viernes, 21 de noviembre de 2008


Sincronismos

En la retrospectiva asoma el entonces vertiginoso y herido siglo XX, desde allá es que somos ahora ya viejos en este reciente siglo XXI.

En aquel XX fuimos en algún momento niños con abuelas y papás moldeados en los modos circunspectos y apretadamente morales de la influencia victoriana, esa influencia de nobiliarias maneras inglesas que durante un largo reinado de sesenta y cuatro años se impregnaron en las vidas de los bisabuelos de todas partes y también se prolongaron indeleblemente hasta los días de nuestros padres llegándonos hasta hoy los resabios hipócritas de aquel entonces siglo inflexible, déspota, desconfiado y despreciativo en el que perviven intentos por forzar las emociones y los sentimientos a sofocarse en el silencio.

La sociedad victoriana se impuso desde los mundos flemáticos y beodos de la Gran Bretaña e Irlanda a todos los rincones del orbe que respiraba ideales de progreso en todos los órdenes, a fuerza de que -aunque fuera mentira- todo buen mortal debía mostrar ante sus semejantes una conducta recta y honesta, a pesar de que tales virtudes, en muchos casos, fueran sólo una apariencia.

De esas realidades es que venimos y de una vez por todas sin coincidencia con un mundo ecologizado, informático, atomizado, muy recientemente Obamaizado, siempre egocéntrico y con las mismas calamidades humanas desde el origen del hombre y la génesis de su convivencia con la naturaleza y sus efectos.

Las generaciones de hoy son también conjuntos sociales propensos o convertibles a un estado de sinestesia, como lo fueron entonces las generaciones anteriores obligadas a un estado de apariencia y doblez; los zares que conducen los ámbitos en lo social, lo económico, lo cultural, lo religioso, -en si la estructura y el hacer humano- continúan en las sutiles maneras de no hacer visible una mezcla de cosas y de intereses que en la realidad se divorcian de los ideales propuestos.

Continuamos dominados por el mito y el tabú. Por ejemplo un buen hombre o ente de prensa está sutilmente forzado a circunscribirse a escribir un relato de hechos maravillosos en el acontecer nacional o del mundo entero en los cuales quienes son protagonistas ha de considerárseles dioses, semidioses o monstruos según que su hacer o propósito favorezca la suposición de que todo permanece en un orden aceptable.

Los periodistas en mi país y casi en todas partes donde aun imperan los modos feudales son esa rara casta doblegada a decir lo que el sistema quiere, nadie está dispuesto a pasar por desapercibido en su papel de extraordinario comunicador, entonces ha de decir a sabor y antojo de quien le paga o le abre un espacio en los medios quién es héroe o villano, según sean los intereses creados.

La influencia del poder y de la sociedad dominante en el que hacer de la prensa a impuesto interdicciones lingüísticas, es decir, se ha prohíbo el uso de ciertas palabras que designan situaciones desagradables o temidas.

De nuestra historia inmediata aun es motivo de fobia y tirantez el uso de vocablos como: “comunismo”, “anticomunismo”, “obreros y patrones”, “genocidio”, “Cuba”, “Castro”, “Mao", “Pinochet”,“Hitler", “Sindicalismo”, “C.I.A.”.
Nadie quiere pronunciar una palabra proclive a interdicción ni tampoco publicar hechos y circunstancias de la vida nacional o global que lo exponga al desprestigio y a quedar proscrito del favor de la sociedad.

Lo sincrónico en todo esto deriva de la necesidad de mantener en subrepticio el ocaso de nuestra falsedad civilizada.

Nuestros abuelos bailaron mazurcas, danzones, tangos, chá-chá-chá, mambo y boleros; para cada momento en el que apareció un nuevo compás se sorprendieron de la franqueza y libertinaje con la que sus sucesores se desprendieron de Carusso y desenfadaron sus anhelos con los ritmos del Jazz, Elvis Presley, los chicos de Liverpool, por decir de lo más común sin incluir lo selecto.

Es que pasa que somos del siglo XX de cuando lo más atrevido fue meternos en la historia con una guerra fría que dividió las ideas y el planeta en los mundos entre comunistas y anti-comunistas y ha de suceder algo como en los tiempos de Moisés que entraron a la tierra prometida después que pasados cuarenta años se acabó la generación formada en el esclavismo.

Entre nosotros no se ha cerrado el circulo feudalista, aunque se imponen galopantes la globalización y el fenómeno Obama.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

La mineria si contamina al ambiente -Por Ing. Wilson Castañeda-*



“En el medio de todo este torrente de información, amigo lector, quedamos Usted, Yo y toda una población sedienta de conocer a ciencia cierta si la minería causa impactos al ambiente o sencillamente estos son mínimos e irrelevantes como las empresas mineras predican”
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Durante los últimos años, debido al “bum” de los proyectos de explotación minera que han surgido en Guatemala, se escucha y se lee frecuentemente información controversial acerca de los impactos que este tipo de proyectos causan al ambiente.

Por un lado, es común la difusión por demás manipulada y del orden apocalíptico que los sectores “eco histéricos” difunden a diestra y siniestra, la mayoría de esta, sin ningún o poco fundamento técnico y mucho menos científico, arrastrados por un puro idealismo del tipo populista y emocional, que a decir verdad, lo único que ha causado hasta ahora es un tremendo desprestigio del verdadero sector ambientalista serio, profesional y comprometido.

Por otro lado, el público se encuentra con la información oficial proveniente de los organismos del Estado, encargados de la autorización de los Estudios de Impacto Ambiental, responsables del monitoreo de los impactos ambientales y en el por de los casos, únicamente responsables de proteger y solapar los enormes errores técnicos que por incapacidad profesional se han venido cometiendo. Nada más asqueroso que escuchar o leer algunas declaraciones de estos burócratas de tercera, tratando de defender y de justificar lo que es por mucho demostradamente indefendible.

Además, se encuentra uno muy frecuentemente con la información que emana de las propias empresas mineras, que por supuesto nunca aceptan y aceptarán los impactos que sus actividades causan al ambiente. Aunque se debe reconocer, que de todos los sectores que generan información sobre el tema, éste probablemente sea el más convencido de su verdad, a la que han llegado a través de una serie de “consultores y expertos” que desde sus Términos de Referencia” quedan condicionados a decirles a las empresas a manera de resultados única y exclusivamente lo que éstas quieren y necesitan escuchar.


En el medio de todo este torrente de información, amigo lector, quedamos Usted, Yo y toda una población sedienta de conocer a ciencia cierta si la minería causa impactos al ambiente o sencillamente estos son mínimos e irrelevantes como las empresas mineras predican.

Veamos a continuación sin considerar este un artículo técnico científico algunos aspectos que nos permiten la formación de opinión acerca de los posibles impactos ambientales de la actividad minera:

Si la actividad se realiza a lo que se le denomina “a cielo abierto”, que en realidad significa sobre la relieve del suelo, las áreas a intervenir deben ser deforestadas, alterando con esto los hábitat ecológicos de muchas especies de animales, insectos y otros organismos vivos, que aunque muy pequeños, forman parte importante dentro de la cadena alimenticia y de supervivencia de la naturaleza.

Los volúmenes altos de suelo que son removidos, para la extracción de los materiales dejando el suelo suelto y desprotegido de vegetación, causan erosión o arrastre de suelos por gravedad o por arrastre hídrico cuando llueve, este fenómeno causa nada más y nada menos que la contaminación de cauces hídricos ya sean estos nacimientos de agua, quebradas, riachuelos o ríos.

Piense ahora en qué en el tema de minería “a cielo abierto” únicamente mencionamos acá un par de posibles impactos ambientales, sin entrar por ahora en detalles que podían ser tan específicos como los impactos que se pueden causar a los micro corredores ecológicos y los procesos simbióticos entre individuos y poblaciones naturales.

La minería subterránea que se realiza regularmente a través de túneles de grandes dimensiones y de variadas longitudes, también puede causar impactos ambientales, partiendo principalmente de la alteración de los acuíferos subterráneos más conocidos comúnmente como “venas de agua” y la disposición final de todo el material de suelos que se extrae de estos agujeros, que se pongan donde se pongan, siempre serán una alteración al ambiente natural y otra causa más de erosión de suelos y contaminación de cauces hídricos.

Todo lo anterior, sin comentar aún sobre todo el tema previo de exploración minera, que conlleva la deforestación y la alteración de corredores ecológicos por apertura de caminos en zonas naturales y de nuevo la erosión de suelos y la contaminación de los cauces hídricos, los cuales por si fuera poco, son la principal fuente de agua de los animales silvestres y de la población.

No mencionaremos por ahora los poco frecuentes pero muy fuertes impactos que el mal manejo de la maquinaria de proceso podría causar en caso de accidentes, refiriéndonos específicamente a derrames de químicos, rupturas de diques Etc.

Queda pues al análisis y la discreción de cada uno de los lectores de este periódico digital, la conformación personal de criterios que le permitan asimilar todo ese caudal de información al que estamos expuestos diariamente en el tema de la minería y los posibles impactos ambientales de esta actividad en Guatemala.


*Wilson Castañeda, Ingeniero Agronomo, por la Universidad Rafael Landivar de Guatemala con Maestria en Manejo Ambiental por la Universidad de Minnesota Estados Unidos, más de veinte años de trabajo en la temática ambiental y de desarollo sostenible en Latinoamerica, Africa y Asia. Ha impartido cátedra sobre la Evaluación de Impactos Ambientales en la Universidad Católica Boliviana. Miembro de la Sociedad Latinoamericana para la Conservación y Consultor Asociado de ECODES.