martes, 30 de diciembre de 2008

El Gran Dictador


El Gran Dictador

-Iván Choto-



Nuestra sabiduría nos ha hecho cínicos, nuestra inteligencia nos ha hecho duros y malos. Pensamos demasiado y sentimos poco. Más que maquinaria necesitamos bondad y ternura… ¡Soldados, en nombre de la democracia, unámonos!».
-El barbero judío- Charles Chaplin.


A veces no quisiera pensar, no quisiera sentir, ni siquiera hablar… Quisiera que se filtrase en mi conciencia sensible el terrible olvido, pero no… no me es posible envolverme como Perseo en un yelmo de niebla para perseguir monstruos, sino es, que al contrario, me es necesario el yelmo para escamotearme el acoso de los monstruos contra mí.
Es inevitablemente necesario que permanezca despierto y no volver 20 años después de las regiones de Morfeo a encontrarme con que tenemos un aleve tirano que nos gobierna y nos sea imposible, como a veces lo parece en nuestro país, desarraigarnos los males que propicia las ambiciones humanas.
… Nuestra sabiduría nos ha hecho cínicos, nuestra inteligencia nos ha hecho duros y malos. Pensamos demasiado y sentimos poco. Más que maquinaria necesitamos bondad y ternura… ¡Soldados, en nombre de la democracia, unámonos!».

Ayer fue que arribamos a 12 años de nuestra “Paz firme y duradera”. Se me agolparon en la memoria imágenes y vivencias de todas partes, de la Guatemala rural en la que viví y sentí la guerra.
Imaginé los rincones paupérrimos de las regiones del altiplano sur: Sololá, San Antonio y Santa Catarina Palopó; viniendo de esos pueblos en los que son vecinos T’ zutuhiles y Cachiqueles repasar los caminos también de los quiches por Chichicastenango y sus aldeas como la de Chupol encendida en llamas y opacada en tristezas.

Yo volví a la ciudad aquel 29 de diciembre de 1996, traía en mis deseos recónditas esperanzas de encontrarme a más de un amigo que se fue a la montaña. Recorrí en la plaza entre la multitud, los rostros de las gentes, mientras los señores de la guerra de diferentes lados se daban un abrazo y una sonrisa, muchos como yo, pensábamos en los que ya no teníamos, los que se habían perdido, los que nunca volvieron… he vuelto a sentir el final de la guerra, no importa si gané, no importa si perdí… ha terminado.
A pasado la guerra, doce años después las proyecciones de todo se circunscriben a la medida aritmética (la suma de lo que no se ha hecho, lo que ha de restarse de mérito a lo escasamente hecho, multiplicación de objeciones a los razonamientos ideológicos, división de propósitos según los intereses de lo que cada quien representa. El conjunto social continua en pos de disminuir sus grados de insatisfacción subjetiva. Sin embargo, ayer fueron 12 años que cesó el fuego…

« ¿Me escuchas Hannah? Donde quiera que estés, ¡mira hacia a lo alto, Hannah!».


Aunque El gran dictador es una sátira del fascismo, y en particular Adolf Hitler y su Nacionalsocialismo, esta comedia de Sir Charles Spencer Chaplin, su primer cine sonoro, con diálogos, -que data de 1940- es también adecuada para el análisis del contexto social y político de la actualidad.


"Lo siento, pero no quiero ser emperador. No es lo mío. No quiero gobernar o conquistar a nadie. Me gustaría ayudar a todo el mundo --si fuera posible--: a judíos, gentiles, negros, blancos. Todos nosotros queremos ayudarnos mutuamente. Los seres humanos somos así. Queremos vivir para la felicidad y no para la miseria ajena. No queremos odiarnos y despreciarnos mutuamente. En este mundo hay sitio para todos. Y la buena tierra es rica y puede proveer a todos. El camino de la vida puede ser libre y bello; pero hemos perdido el camino. La avaricia ha envenenado las almas de los hombres, ha levantado en el mundo barricadas de odio, nos ha llevado al paso de la oca a la miseria y a la matanza. Hemos aumentado la velocidad. Pero nos hemos encerrado nosotros mismos dentro de ella. La maquinaria, que proporciona abundancia, nos ha dejado en la indigencia. Nuestra ciencia nos ha hecho cínicos; nuestra inteligencia, duros y faltos de sentimientos. Pensamos demasiado y sentimos demasiado poco. Más que maquinaria, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, necesitamos amabilidad y cortesía. Sin estas cualidades, la vida será violenta y todo se perderá. El avión y la radio nos han aproximado más. La verdadera naturaleza de estos adelantos clama por la bondad en el hombre, clama por la fraternidad universal, por la unidad de todos nosotros. Incluso ahora, mi voz está llegando a millones de seres de todo el mundo, a millones de hombres, mujeres y niños desesperados, víctimas de un sistema que tortura a los hombres y encarcela a las personas inocentes. A aquellos que puedan oírme, les digo: \"No desesperéis\". La desgracia que nos ha caído encima no es más que el paso de la avaricia, la amargura de los hombres, que temen el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará, y los dictadores morirán, y el poder que arrebataron al pueblo volverá al pueblo. Y mientras los hombres mueren, la libertad no perecerá jamás. ¡ Soldados! ¡ No os entreguéis a esos bestias, que os desprecian, que os esclavizan, que gobiernan vuestras vidas; decidles lo que hay que hacer, lo que hay que pensar y lo que hay que sentir ! Que os obligan a hacer la instrucción, que os tienen a media ración, que os tratan como a ganado y os utilizan como carne de cañón. ¡ No os entreguéis a esos hombres desnaturalizados, a esos hombres-máquina con inteligencia y corazones de máquina ! ¡ Vosotros no sois máquinas ! ¡ Sois hombres ! ¡ Con el amor de la humanidad en vuestros corazones ! ¡ No odiéis ! ¡ Sólo aquellos que no son amados odian, los que no son amados y los desnaturalizados ! ¡ Soldados ! ¡ No luchéis por la esclavitud ! ¡ Luchad por la libertad ! En el capítulo diecisiete de san Lucas está escrito que el reino de Dios se halla dentro del hombre, ¡ no de un hombre o de un grupo de hombres, sino de todos los hombres ! ¡ En vosotros ! Vosotros, el pueblo tenéis el poder, el poder de crear máquinas. ¡ El poder de crear felicidad ! Vosotros, el pueblo, tenéis el poder de hacer que esta vida sea libre y bella, de hacer de esta vida una maravillosa aventura. Por tanto, en nombre de la democracia, empleemos ese poder, unámonos todos. Lucharemos por un mundo nuevo, por un mundo digno, que dará a los hombres la posibilidad de trabajar, que dará a la juventud un futuro y a los ancianos seguridad. Prometiéndoos todo esto, las bestias han subido al poder. ¡ Pero mienten ! No han cumplido esa promesa. ¡ No la cumplirán ! Los dictadores se dan libertad a sí mismos, pero esclavizan al pueblo. Ahora, unámonos para liberar el mundo, para terminar con las barreras nacionales, para terminar con la codicia, con el odio y con la intolerancia. Luchemos por un mundo de la razón, un mundo en el que la ciencia y el progreso lleven la felicidad a todos nosotros. ¡ Soldados, en nombre de la democracia, unámonos ! Hannah, ¿puedes oírme? ¡ Dondequiera que estés, alza los ojos! ¡ Mira, Hannah! ¡ Las nubes están desapareciendo! ¡ El sol se está abriendo paso a través de ellas! ¡ Estamos saliendo de la oscuridad y penetrando en la luz! ¡ Estamos entrando en un mundo nuevo, un mundo más amable, donde los hombres se elevarán sobre su avaricia, su odio y su brutalidad! ¡ Mira, Hannah! ¡ Han dado alas al alma del hombre y, por fin, empieza a volar! ¡ Vuela hacia el arco iris, hacia la luz de la esperanza! ¡ Alza los ojos, Hannah! ¡ Alza los ojos!".

martes, 23 de diciembre de 2008


De Hobsbawm, las crisis financieras y el posible “retorno a Marx”

-Iván Choto-

“¡todo vuelve y retorna eternamente, cosa a la que nadie escapa!"
F. Nietzsche.

Eric John Ernest Hobsbawm es uno de los miembros del grupo profundamente influyente de historiadores marxistas que fundaron el enfoque de “la historia desde abajo”.

La historia desde abajo es un término acuñado por el historiador francés Georges Lefebvre; el cual fue posteriormente adoptado, desarrollado y hecho común por los historiadores marxistas británicos conocidos como Grupo de historiadores del partido comunista de Gran Bretaña. Lo propio dentro del concepto es que la narración histórica en el contexto mismo de la historia social se enfoca en la perspectiva de la gente común, en vez de la de los líderes políticos y de otra condición.

Para Hobsbawm es de vital interés el desarrollo de las tradiciones, su argumento es que muchas tradiciones son inventadas por élites nacionales para justificar la existencia e importancia de sus respectivas naciones.

Dentro de sus muchas publicaciones destacan la trilogía acerca del “largo siglo XIX”: The Age of Revolution: Europe 1789-1848 (1962); The Age of Capital: 1848-1874 (1975); The Age of Empire: 1875-1914 (1987) y el libro The Age of Extremes: The Short Twentieth Century, 1914-1991 (1994)

Hobsbawm ha estado desde su nacimiento entre los avatares de las eras de los siglos XX y XXI. Por ejemplo, estaba recientemente nacido en el momento de la revolución Bolchevique, también en el entonces de la desintegración del imperio británico, aquel imperio que durante doscientos años tuvo como perspectiva la de dominar el mundo en base a sus posesiones territoriales y comercio de ultramar, cuando entonces -principiando el siglo XX- no era absurdo considerar a Londres como la capital del mundo, pues eran tiempos en que la industria británica lideraba a nivel mundial al punto tal que cerca del 30 % de todos los productos manufacturados provenían de fábricas británicas. La gente en Inglaterra comenzó a hablar del “Destino Imperial del pueblo británico” y se enorgullecían del “Imperio donde el sol nunca se pone”. Sin embargo, Hobsbawm ha sido testigo de su colapso y de cómo los ingleses han debido tragarse sus desafortunadas ilusiones y ver el fin de su portentosa era victoriana. El antiguo imperio hace mucho que ha pasado de moda. Hoy en día Gran Bretaña es un Estado más de Europa Occidental que está tratando de sostenerse dentro de los niveles aceptables del progreso económico de los demás Estados al igual que siente obligación moral de brindar ayuda a sus antiguas colonias sin reclamar ninguna retribución.
En palabras de Ivana Costa, columnista de El Clarín, “Hobsbawm estaba ahí cuando subió Hitler al poder y cuando fue vencido. Cuando se desmoronó el Muro de Berlín y, con él, toda una era de "socialismo real". Hobsbawm estaba ahí, recorriendo Latinoamérica y siguiendo el rastro de sus movimientos insurreccionales justo en los años que van desde la revolución cubana al surgimiento de las guerrillas setentistas. Y estaba ahí viendo caer las Torres Gemelas de Manhattan, oyendo cómo Washington se declaraba "único protector de cierto orden mundial" y decretaba así la clausura del siglo XX. El 11 de septiembre de 2001.”

Y ahora en la actual crisis financiera mundial cuyo origen radica en el mercado hipotecario estadounidense, Hobsbawm está aquí en los momentos de la caída o quiebre de bancos y financieras norteamericanas y europeas siendo testigo de las sucesivas intervenciones de los distintos gobiernos para paliar el derrumbe de una crisis inevitable.
Ahora es de esperarse que se intensifiquen los argumentos sobre la magnitud de la crisis, su extensión en el tiempo y qué impacto tendrá en la economía real. Hace falta tiempo para que la crisis se acabe, hasta el momento una serie de elementos hacen suponer cambios importantes en el sistema económico mundial. Entre ellos, se destacan las permanentes intervenciones del gobierno de Bush que, para recuperar empresas financieras “amigas”, tiró por la borda los clásicos postulados liberales de la “mano invisible” y el libre mercado. Estas maniobras asumen un carácter inédito para la historia del capitalismo.
El banco de inversión Lehman Brothers y la compañía de seguros American Internacional Group (AIG) quebraron y simultáneamente a la quiebra estallaron más de cuatro décadas de mercados financieros cada vez más desregulados, donde los Estados de las principales potencias no hicieron otra cosa que “dejar hacer”, cuando no fueron los promotores del libre movimiento de capitales especulativos. Todo esto fomentado por el desarrollo de sofisticados instrumentos financieros que interconectaron más que nunca la economía mundial. Merodea en el ambiente la pregunta de si tal crisis determinará el fin de la hegemonía del sector financiero en la actual fase del capitalismo.
El Tesoro de los Estados Unidos ejecutó un desembolso insuficiente en miles de millones de dólares con la intención de frenar la caída de las bolsas de las varias potencias. El total del monto de las hipotecas en Estados Unidos es superior en muchos billones de dólares al monto de préstamos sumando a eso un promedio de mil millones de dólares en créditos caídos que manejan las dos principales entidades nacionalizadas por la actual administración, - Fannie Mae y Freddie Mac-. Esto es una pequeña muestra significativa de la dimensión de la crisis hipotecaria con la que se encuentra explicación de por qué los mercados consideraron insuficientes los aportes del tesoro.
La crisis no tardó en trasladarse a la economía real. La profundidad de este traslado se relaciona con que la economía norteamericana apenas había superado débilmente la crisis que atravesó en los primeros años de este siglo. La recuperación de las inversiones es escasa, no es suficiente a la que se necesita para renovar el ciclo expansivo.

La crisis pesa sobre la economía real debido a que disminuye notablemente la inversión en la producción, aumenta la desocupación, disminuye la demanda, la venta de las empresas, y el ingreso de los trabajadores. Con el inicio de la crisis de las hipotecas se ha suscitado una desvalorización del capital y por consiguiente esto se traduce en recesión la cual afecta la economía norteamericana que cerrará el presente año con un crecimiento mínimo de su PBI.

Luego tendremos que en tanto que la burbuja especulativa crezca se acrecentará simultáneamente el desfase entre las especulaciones financieras y la economía real. Una vez puestas en evidencia lo inútil de vivir en la isla de la fantasía, comenzaran los especuladores al lado de los gobiernos a profundizar la brecha entre la economía real y el sistema financiero a través de inyectar mayor liquidez. Sin embargo, es inevitable la colisión con la realidad misma. El colapso de las cotizaciones de las bolsas de valores mundiales puso en franca evidencia la sobrevaloración de las empresas y el de la misma producción, es decir, valores de empresa y su producción no son correspondientes con su valor real.
En una reciente entrevista a Hobsbawm Marcello Musto, Coordinador y coautor de Karl Marx's Grundrisse, en un resumido recuento de las crisis financieras de la última década (comenzando con la del este asiático en el verano de 1997 hasta la crisis de los préstamos hipotecarios en los Estados Unidos que se inauguró en el 2006) pregunta ¿Es correcto decir entonces, que el regreso al interés en Marx está basado en la crisis de la sociedad capitalista y sobre su perdurable capacidad de explicar las profundas contradicciones del mundo actual? A la cual el interpelado responde:

“Si la política de la izquierda en el futuro será inspirada una vez más en los análisis de Marx, como lo fueron los viejos movimientos socialistas y comunistas, dependerá de lo que pase en el mundo capitalista. Pero esto aplica no solamente a Marx sino a la izquierda como un proyecto y una ideología política coherente. Puesto que, como usted dice correctamente, la recuperación del interés en Marx es considerablemente –yo diría, principalmente- basado sobre la actual crisis de la sociedad capitalista, la perspectiva es más prometedora de lo que fue en los noventa. La presente crisis financiera mundial, que bien puede devenir en una mayor depresión económica en Estados Unidos, dramatiza el fracaso de la teología del libre mercado global incontrolado y obliga, inclusive del Gobierno norteamericano, a considerar optar por tomar acciones públicas olvidadas desde los treinta. Las presiones políticas están ya debilitando el compromiso de los gobiernos neoliberales en torno a una globalización incontrolada, ilimitada y desregulada. En algunos casos (China) las vastas desigualdades e injusticias causadas por una transición de modo general a una economía de libre mercado, plantea ya problemas importantes para la estabilidad social y dudas inclusive en altos niveles de gobierno.
Es claro que cualquier “retorno a Marx” será esencialmente un retorno al análisis de Marx del capitalismo y su lugar en la evolución histórica de la humanidad- incluyendo, sobre todo, sus análisis de la inestabilidad central del desarrollo capitalista que procede a través de crisis económicas auto-generadas con dimensiones políticas y sociales.
Ningún marxista podría creer por un momento que, como argumentaron los ideólogos neoliberales en 1989, el capitalismo liberal se había establecido para siempre, que la historia tenía un fin o, en efecto, que cualquier sistema de relaciones humanas podría ser para siempre, final y definitivo".

En esto de los avatares de la economía me es preciso considerar las elucubraciones de Nietzsche, sobre todo en sus ideas filosóficas acerca del eterno retorno.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Sempervirens


“La crisis económica mundial y sus repercusiones en la conservación ambiental de Guatemala”

-Wilson Castañeda-

“Hecha en Guatemala” y procesada para
darle valor agregado por guatemaltecos: Nuestra naturaleza.

Como siempre, hay dos maneras de ver las distintas situaciones: “como un vaso medio lleno” o “como un vaso medio vacío” y en el análisis de la crisis económica que a nivel mundial se está manifestando, debemos cuidadosamente considerar los impactos negativos pero también los beneficios que acarreará para los esfuerzos de conservación del ambiente en Guatemala.

Debemos reconocer de entrada, que el 87% de la inversión de recursos para la protección de las áreas protegidas y de los hábitat naturales en Guatemala, provienen de la cooperación internacional, ya sea a través de donaciones, de créditos disfrazados de donaciones, de préstamos y hasta del supuesto “canje de deuda por naturaleza” que mejor deberíamos llamarlo “restauración de daños a la naturaleza”. Esto significa que ante la depresión económica, las grandes potencias mundiales que han apoyado a través de ONG´s ambientalistas la gestión para la conservación, dispongan de menor cantidad de recursos y por ende la pita se rompa en el punto más delgado que por supuesto por toda la incertidumbre que la ausencia de planes de gobierno brinda, uno de esos puntos delgados es Guatemala. Lo triste de esta arista del problema es que como hemos permanecido por décadas únicamente estirando la mano para recibir, para ahora que no habrá, no nos prepararon con mecanismos de financiación de programas de conservación que aseguren la protección de nuestros recursos naturales.

Pero, veamos ahora la otra cara de la moneda, esa parte que nos obliga a los guatemaltecos a crear ingeniosamente medidas de sobrevivencia para atravesar las crisis y ojalá que por el bien de nuestra ecología podamos convertir en oportunidades los problemas económicos que se nos presenten, creando oportunidades de desarrollo para el ecoturismo comunitario y empresarial, que en la medida que los grandes tours y cruceros vayan quedando lejos del alcance de los turistas, las oportunidades de bajo costo cobrarán mayor auge.

Otra oportunidad lo constituye la venta de servicios ambientales y no me refiero a aquellos insignificantes y ridículos esfuerzos por procurar que los agricultores pobres de las partes bajas de una cuenca paguen migajas a los también agricultores pobres de la parte alta de la misma cuenca, con lo cual únicamente se han hecho ricos los socios, técnicos y funcionarios de algunas empresas disfrazadas de ONG´s ambientalista; me refiero a cobrar por ejemplo a México la conservación de la parte alta y media de la cuenca del río Usumacinta, a negociar con Belice los beneficios de la conservación de la reserva de biosfera maya, corredor ecológico de la guacamaya de cabeza roja la cual ellos exhiben con tanto éxito a los turistas que los visitan y a ponerle, ahora sí, precio real a todo el oxigeno que Guatemala produce en sus selvas, montañas y manglares, para que sea pagado por los países industrializados en donde ya no pueden producirlo.

La crisis económica mundial es pues una gran oportunidad de cambiar la cultura de dependientes para hacer conservación y pasar a ser concretamente comercializadores de una materia prima de grandes reconocimientos a nivel internacional, “hecha en Guatemala” y procesada para darle valor agrado por guatemaltecos: Nuestra naturaleza.

martes, 9 de diciembre de 2008

La Noticia Inmediata


Santa Claus está llegando a la Ciudad.

En medio de la llegada de Santa a la ciudad continúan las violaciones a la libre sindicalización por parte de la Compañía Guatemalteca de Niquel, subsidiaria de HudBay Minerals Inc. de Canadá, la nueva propietaria desde mediados del corriente año del Proyecto Fénix en El Estor Izabal.

Carlos Archila Morales, Secretario General del Sindicato de Trabajadores de la Compañía Guatemalteca de Niquel (SITRACGN) denunció ante la Procuraduría de los Derechos Humanos que personeros de la CGN, concretamente el Señor Mario Fernando Vega Oliva, están maquinando hacerle señalamientos de una supuesta falta grave para justificar su despido.

Recién el pasado 3 de diciembre Vega Oliva, encargado de la oficina de personal en la planta de El Estor, citó al Secretario General de SITRACGN para conminarlo a presentar su renuncia “por las buenas” en el termino de 24 horas, o de lo contrario quedaba a merced de enfrentar un despido a la vez que ser encausado judicialmente.

Es claro que se trata de una represalia personal contra Archila derivado del descontento que hay en la administración y de manera muy personal por parte de Mario Fernando Vega a consecuencia de la reciente legalización del sindicato dentro de la Compañía Guatemalteca de Niquel.

Lo relacionado al incidente ad hominem perpetrado por Vega Oliva contra Archila Morales adquiere naturaleza de responsabilidad corporativa, siendo que, las actuaciones de su encargado de personal atentan contra SITRACGN y por consiguiente contra los derechos de sus representantes y afiliados.

¿Quién puede hacerle entender a Mario Fernando Vega que no puede pasar por encima de una disposición ministerial, ni de la constitución, ni hacer ver a HudBay Minerals Inc. como flagrante violador de las leyes del país y de los Derechos Humanos?

Mientras Santa Claus se anuncia viniendo a la ciudad, la tarde de ayer 8 de diciembre (Día de la Inmaculada Concepción de María) para muchos vísperas del comienzo de la legendaria “Vuelta Concepción-Reyes” (Porque comienzan la juerga el día de Concepción y la paran hasta el día de los Reyes Magos) llegaron noticias del despido de tres funcionarios de la CGN, entre ellos: Glenda Martínez, Estuardo Ruiz y el abogado Héctor Muñoz.

La primera se desempeñó como administradora de CGN en las oficinas del City Bank en Guatemala, Ruiz y Muñoz como gerente financiero el primero y abogado en el tema de tierras el otro.

La justicia se ha hecho, un tanto tardía aunque justa por diferentes cuestiones de las que era necesario reivindicarse, en los temas administrativos, del trato de los asuntos de negocios y de las relaciones con los empleados y las comunidades. El proyecto Fénix, dentro de los diferentes factores que lo desprestigiaron y lo hicieron colapsar hubo de soportar hasta el colmo las acciones de prepotencia, abuso de autoridad, monopolio de negocios, corrupción y mentiras de sus administradores dentro de ellos los antes mencionados cada cual en sus responsabilidades que les fueron encomendadas por los directivos desde Canadá.

Desde una completa ignorancia en el manejo de los proyectos mineros de la catadura e importancia que implican el Fénix hasta una total incapacidad e indolencia en el trato social y humano fue lo que caracterizó a lo largo de su actuación al frente de sus responsabilidades con CGN a los ahora despedidos “empleados de confianza” de la Compañía minera.

Podrá argumentarse y hasta tratará de hacerse creer que todo este movimiento se deriva de los necesarios y obligados reajustes organizacionales por los que atraviesa el proyecto Fénix a consecuencia de su previamente anunciado cierre temporal. Pero por más que se solapen realidades a ninguno le es extraño que tras de estos despidos subyacen motivaciones de profunda consecuencia moral que riñen con los hasta ahora nunca cumplidos compromisos de responsabilidad social corporativa que le ha comenzado a pasar factura a todos los sutilmente pícaros que descalabraron al proyecto Fénix.

¿Quiénes supone usted que sean los próximos?

Porque no ha de quedarse HudBay Minerals pagando la factura de viejos y oprobiosos actos que no harían más que terminar de hundir un proyecto que desde que fue concebido ha sido golpeado y maltratado desde adentro más que cualquiera de los opositores que con razón o sin razón lo hayan hecho.

Santa está llegando a la ciudad y ojalá algún día llegue al rancho pobre, la montaña triste y la gente olvidada de El Estor y sus comunidades con gente de la Compañía con corazón de verdad.

viernes, 21 de noviembre de 2008


Sincronismos

En la retrospectiva asoma el entonces vertiginoso y herido siglo XX, desde allá es que somos ahora ya viejos en este reciente siglo XXI.

En aquel XX fuimos en algún momento niños con abuelas y papás moldeados en los modos circunspectos y apretadamente morales de la influencia victoriana, esa influencia de nobiliarias maneras inglesas que durante un largo reinado de sesenta y cuatro años se impregnaron en las vidas de los bisabuelos de todas partes y también se prolongaron indeleblemente hasta los días de nuestros padres llegándonos hasta hoy los resabios hipócritas de aquel entonces siglo inflexible, déspota, desconfiado y despreciativo en el que perviven intentos por forzar las emociones y los sentimientos a sofocarse en el silencio.

La sociedad victoriana se impuso desde los mundos flemáticos y beodos de la Gran Bretaña e Irlanda a todos los rincones del orbe que respiraba ideales de progreso en todos los órdenes, a fuerza de que -aunque fuera mentira- todo buen mortal debía mostrar ante sus semejantes una conducta recta y honesta, a pesar de que tales virtudes, en muchos casos, fueran sólo una apariencia.

De esas realidades es que venimos y de una vez por todas sin coincidencia con un mundo ecologizado, informático, atomizado, muy recientemente Obamaizado, siempre egocéntrico y con las mismas calamidades humanas desde el origen del hombre y la génesis de su convivencia con la naturaleza y sus efectos.

Las generaciones de hoy son también conjuntos sociales propensos o convertibles a un estado de sinestesia, como lo fueron entonces las generaciones anteriores obligadas a un estado de apariencia y doblez; los zares que conducen los ámbitos en lo social, lo económico, lo cultural, lo religioso, -en si la estructura y el hacer humano- continúan en las sutiles maneras de no hacer visible una mezcla de cosas y de intereses que en la realidad se divorcian de los ideales propuestos.

Continuamos dominados por el mito y el tabú. Por ejemplo un buen hombre o ente de prensa está sutilmente forzado a circunscribirse a escribir un relato de hechos maravillosos en el acontecer nacional o del mundo entero en los cuales quienes son protagonistas ha de considerárseles dioses, semidioses o monstruos según que su hacer o propósito favorezca la suposición de que todo permanece en un orden aceptable.

Los periodistas en mi país y casi en todas partes donde aun imperan los modos feudales son esa rara casta doblegada a decir lo que el sistema quiere, nadie está dispuesto a pasar por desapercibido en su papel de extraordinario comunicador, entonces ha de decir a sabor y antojo de quien le paga o le abre un espacio en los medios quién es héroe o villano, según sean los intereses creados.

La influencia del poder y de la sociedad dominante en el que hacer de la prensa a impuesto interdicciones lingüísticas, es decir, se ha prohíbo el uso de ciertas palabras que designan situaciones desagradables o temidas.

De nuestra historia inmediata aun es motivo de fobia y tirantez el uso de vocablos como: “comunismo”, “anticomunismo”, “obreros y patrones”, “genocidio”, “Cuba”, “Castro”, “Mao", “Pinochet”,“Hitler", “Sindicalismo”, “C.I.A.”.
Nadie quiere pronunciar una palabra proclive a interdicción ni tampoco publicar hechos y circunstancias de la vida nacional o global que lo exponga al desprestigio y a quedar proscrito del favor de la sociedad.

Lo sincrónico en todo esto deriva de la necesidad de mantener en subrepticio el ocaso de nuestra falsedad civilizada.

Nuestros abuelos bailaron mazurcas, danzones, tangos, chá-chá-chá, mambo y boleros; para cada momento en el que apareció un nuevo compás se sorprendieron de la franqueza y libertinaje con la que sus sucesores se desprendieron de Carusso y desenfadaron sus anhelos con los ritmos del Jazz, Elvis Presley, los chicos de Liverpool, por decir de lo más común sin incluir lo selecto.

Es que pasa que somos del siglo XX de cuando lo más atrevido fue meternos en la historia con una guerra fría que dividió las ideas y el planeta en los mundos entre comunistas y anti-comunistas y ha de suceder algo como en los tiempos de Moisés que entraron a la tierra prometida después que pasados cuarenta años se acabó la generación formada en el esclavismo.

Entre nosotros no se ha cerrado el circulo feudalista, aunque se imponen galopantes la globalización y el fenómeno Obama.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

La mineria si contamina al ambiente -Por Ing. Wilson Castañeda-*



“En el medio de todo este torrente de información, amigo lector, quedamos Usted, Yo y toda una población sedienta de conocer a ciencia cierta si la minería causa impactos al ambiente o sencillamente estos son mínimos e irrelevantes como las empresas mineras predican”
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Durante los últimos años, debido al “bum” de los proyectos de explotación minera que han surgido en Guatemala, se escucha y se lee frecuentemente información controversial acerca de los impactos que este tipo de proyectos causan al ambiente.

Por un lado, es común la difusión por demás manipulada y del orden apocalíptico que los sectores “eco histéricos” difunden a diestra y siniestra, la mayoría de esta, sin ningún o poco fundamento técnico y mucho menos científico, arrastrados por un puro idealismo del tipo populista y emocional, que a decir verdad, lo único que ha causado hasta ahora es un tremendo desprestigio del verdadero sector ambientalista serio, profesional y comprometido.

Por otro lado, el público se encuentra con la información oficial proveniente de los organismos del Estado, encargados de la autorización de los Estudios de Impacto Ambiental, responsables del monitoreo de los impactos ambientales y en el por de los casos, únicamente responsables de proteger y solapar los enormes errores técnicos que por incapacidad profesional se han venido cometiendo. Nada más asqueroso que escuchar o leer algunas declaraciones de estos burócratas de tercera, tratando de defender y de justificar lo que es por mucho demostradamente indefendible.

Además, se encuentra uno muy frecuentemente con la información que emana de las propias empresas mineras, que por supuesto nunca aceptan y aceptarán los impactos que sus actividades causan al ambiente. Aunque se debe reconocer, que de todos los sectores que generan información sobre el tema, éste probablemente sea el más convencido de su verdad, a la que han llegado a través de una serie de “consultores y expertos” que desde sus Términos de Referencia” quedan condicionados a decirles a las empresas a manera de resultados única y exclusivamente lo que éstas quieren y necesitan escuchar.


En el medio de todo este torrente de información, amigo lector, quedamos Usted, Yo y toda una población sedienta de conocer a ciencia cierta si la minería causa impactos al ambiente o sencillamente estos son mínimos e irrelevantes como las empresas mineras predican.

Veamos a continuación sin considerar este un artículo técnico científico algunos aspectos que nos permiten la formación de opinión acerca de los posibles impactos ambientales de la actividad minera:

Si la actividad se realiza a lo que se le denomina “a cielo abierto”, que en realidad significa sobre la relieve del suelo, las áreas a intervenir deben ser deforestadas, alterando con esto los hábitat ecológicos de muchas especies de animales, insectos y otros organismos vivos, que aunque muy pequeños, forman parte importante dentro de la cadena alimenticia y de supervivencia de la naturaleza.

Los volúmenes altos de suelo que son removidos, para la extracción de los materiales dejando el suelo suelto y desprotegido de vegetación, causan erosión o arrastre de suelos por gravedad o por arrastre hídrico cuando llueve, este fenómeno causa nada más y nada menos que la contaminación de cauces hídricos ya sean estos nacimientos de agua, quebradas, riachuelos o ríos.

Piense ahora en qué en el tema de minería “a cielo abierto” únicamente mencionamos acá un par de posibles impactos ambientales, sin entrar por ahora en detalles que podían ser tan específicos como los impactos que se pueden causar a los micro corredores ecológicos y los procesos simbióticos entre individuos y poblaciones naturales.

La minería subterránea que se realiza regularmente a través de túneles de grandes dimensiones y de variadas longitudes, también puede causar impactos ambientales, partiendo principalmente de la alteración de los acuíferos subterráneos más conocidos comúnmente como “venas de agua” y la disposición final de todo el material de suelos que se extrae de estos agujeros, que se pongan donde se pongan, siempre serán una alteración al ambiente natural y otra causa más de erosión de suelos y contaminación de cauces hídricos.

Todo lo anterior, sin comentar aún sobre todo el tema previo de exploración minera, que conlleva la deforestación y la alteración de corredores ecológicos por apertura de caminos en zonas naturales y de nuevo la erosión de suelos y la contaminación de los cauces hídricos, los cuales por si fuera poco, son la principal fuente de agua de los animales silvestres y de la población.

No mencionaremos por ahora los poco frecuentes pero muy fuertes impactos que el mal manejo de la maquinaria de proceso podría causar en caso de accidentes, refiriéndonos específicamente a derrames de químicos, rupturas de diques Etc.

Queda pues al análisis y la discreción de cada uno de los lectores de este periódico digital, la conformación personal de criterios que le permitan asimilar todo ese caudal de información al que estamos expuestos diariamente en el tema de la minería y los posibles impactos ambientales de esta actividad en Guatemala.


*Wilson Castañeda, Ingeniero Agronomo, por la Universidad Rafael Landivar de Guatemala con Maestria en Manejo Ambiental por la Universidad de Minnesota Estados Unidos, más de veinte años de trabajo en la temática ambiental y de desarollo sostenible en Latinoamerica, Africa y Asia. Ha impartido cátedra sobre la Evaluación de Impactos Ambientales en la Universidad Católica Boliviana. Miembro de la Sociedad Latinoamericana para la Conservación y Consultor Asociado de ECODES.

lunes, 27 de octubre de 2008




El Arjé de Alejandría

“El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarías con el dedo”.

-Gabriel García Márquez, en “Cien años de soledad”-

Así como indeterminado es el momento del siglo III o del IV en el que quizá fue destruida la biblioteca de Alejandría, lo es la conjetura de que en los extensos contenidos de su gran bitácora lumínica, se perdió para siempre ahogado en fatídicos rescoldos, la esencia de un Arjé del que nos sentimos insondablemente menesterosos.

Se dice de la biblioteca de Alejandría que fue obra de la Dinastía Ptolemaica la cual gobernó Egipto durante el periodo helenístico, -se atribuye a Ptolomeo I Sóter su creación- Me ha parecido un tanto fabulada la circunstancia de su pérdida no obstante que haya estado situada en la gran Alejandría de aquella época, Emporium de intelectuales de la antigüedad; se considera no solamente un hecho misterioso su destrucción sino una de las mayores desgracias ocurridas para la civilización occidental.

Al gitano Melquiades -concebido por García Márquez en Cien años de soledad- me lo supongo venido desde esta biblioteca a la sinuosidad de Macondo llevándole imaginaciones a los Buendía, entelequias escarbadas de algún rincón de Serapis, digamos por ejemplo: los imanes, el catalejo, la lupa que era el último descubrimiento de los judíos de Ámsterdam la que a José Arcadio Buendía le hizo figurarse un arma de guerra con cuyos efectos podría encender en llamas a la tropa enemiga. Que bellas las imaginaciones de Gabo, ¿cómo no habría de ser un Nobel?

Pero siendo que haya sido o no culpa del Califa Omar o de los Emperadores Aureliano o Diocleciano, o Teodosio el Grande el siniestro contra la rinconera de epítomes del más granado y excelso conocimiento acumulado en la era de la Dinastía Lágida, es para distintos historiadores sujeto de sospechas que en torno al suceso se haya deliberadamente creado una leyenda retrospectiva.

De lo que no puede haber duda es que en sus recintos vivieron famosos de todas las formas posibles del conocimiento: los gramáticos alejandrinos que fijaron las leyes de la retórica y la gramática, los geógrafos que trazaron mapas del orbe y los filósofos cuyo conjunto instituyó una tendencia de modalidad religiosa.

Entre los sabios de entonces, circulan espectrales en mi ilusión abstracta los geómetras Arquímedes y Euclides, Hiparco y sus ideas sobre el carácter geocéntrico del universo y la naturaleza vital de las estrellas que en lento o vertiginoso desplazamiento en las centurias al final también como nosotros mueren, Aristarco que opuesto a lo geocéntrico pensaba que la tierra y los planetas se movían alrededor del sol. De estas conjeturas del Helios de repente se concibieron otras suposiciones tan policéntricas como la globalización o lo del “destino manifiesto” que por antojo de una concesión divina los yanquis se dieron a creer la potestad de invadir el continente americano en el nombre de la libertad y un autogobierno que no le permiten a nadie.

Según semejantes justificaciones imperialistas un gran sabio como Eratóstenes y su geografía perfecta habrían creado un anatema en la formulación de un mapa en la que mostró todo el mundo hasta entonces conocido pero… en la que haría falta ocurrir la posibilidad de medir la circunferencia del globo con el compás de los estadounidenses para no acusarle errores a la obra.

La esencia de un arjé del que nos sentimos insondablemente menesterosos nos hace falta en este siglo XXI para trascender de lo paupérrimo a lo siquiera humanamente decente en nuestras maneras de convivencia social.

Hace falta volver hacia aquellos viejos y probados principios que no son propiedad del Estado ni de personas ni cofradías egocéntricas sino patrimonio de toda la humanidad para conseguir una aproximación a lo justo.

A nuestros patriarcas, nuestros políticos, nuestros hombres emblemáticos, nobles y comunes se les ha extraviado el cuadrante de la sensatez.

Vamos como sepultando conclusiones como las de Herófilo que desde la antigüedad sentenció que la inteligencia está en el cerebro y no en el corazón y henos aquí detenidos en el lumpen ajenos al orden civilizado.

Es por eso que cuestiones tan elementales como democracia, soberanía, derechos humanos, constitucionalidad, autonomía, le incomodan y suenan mal a la gente privilegiada, tal como en “El Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias le suena la palabra ¡Madre! al Pelele que convertido en una fuerza ciega le quita la vida a dentelladas al coronel José Parrales Sonriente.
Maravilloso también Asturias en sus imaginadas analogías de nuestra realidad. Me cabe en una singular reflexión entre la incertidumbre inmanente de Homo Sapiens y mi búsqueda incesante de significados la conclusión que desde el principio u origen de todas las cosas nos es posible únicamente percibir aproximaciones a lo cierto.

Memorial Literaria

Discurso de Pablo Neruda al recibir el Premio Nobel

Chile Vive
1971


Mi discurso será una larga travesía, un viaje mío por regiones lejanas y antípodas, no por eso menos semejantes al paisaje y a las soledades del norte. Hablo del extremo sur de mi país. Tanto y tanto nos alejamos los chilenos hasta tocar con nuestros límites el Polo Sur, que nos parecemos a la geografía de Suecia, que roza con su cabeza el norte nevado del planeta.

Por allí, por aquellas extensiones de mi patria adonde me condujeron acontecimientos ya olvidados en si mismos, hay que atravesar, tuve que atravesar los Andes buscando la frontera de mi país con Argentina. Grandes bosques cubren como un túnel las regiones inaccesibles y nuestro camino era oculto y vedado, aceptábamos tan solo los signos más débiles de la orientación. No había huellas, no existían senderos y con mis cuatro compañeros a caballo buscábamos en ondulante cabalgata –eliminando los obstáculos de poderosos árboles, imposibles ríos, roqueríos inmensos, desoladas nieves, adivinando más bien- el derrotero de mi propia libertad. Los que me acompañaban conocían la orientación, la posibilidad entre los grandes follajes, pero para saberse más seguros montados en sus caballos marcaban de un machetazo aquí y allá las cortezas de los grandes árboles dejando huellas que los guiarían en el regreso, cuando me dejaran solo con mi destino.

Cada uno avanzaba embargado en aquella soledad sin márgenes, en aquel silencio verde y blanco, los árboles, las grandes enredaderas, el humus depositado por centenares de años, los troncos semiderribados que de pronto eran una barrera más en nuestra marcha. Todo era a la vez una naturaleza deslumbradora y secreta y a la vez una creciente amenaza de frío, nieve, persecución. Todo se mezclaba: la soledad, el peligro, el silencio y la urgencia de mi misión.

A veces seguíamos una huella delgadísima, dejada quizás por contrabandistas o delincuentes comunes fugitivos, e ignorábamos si muchos de ellos habían perecido, sorprendidos de repente por las glaciales manos del invierno, por las tremendas tormentas de nieve que, cuando en los Andes se descargan, envuelven al viajero, lo hunden bajo siete pisos de blancura.

A cada lado de la huella contemplé, en aquella salvaje desolación, algo como una construcción humana. Eran trozos de ramas acumulados que habían soportado muchos inviernos, vegetal ofrenda de centenares de viajeros, altos túmulos de madera para recordar a los caídos, para hacer pensar que los que no pudieron seguir se quedaron allí para siempre debajo de las nieves. También mis compañeros cortaron con sus machetes las ramas que nos tocaban las cabezas y que descendían sobre nosotros desde la altura de las coníferas inmensas, desde los robles cuyo último follaje palpitaba antes de las tempestades de invierno. Y también yo fui dejando en cada túmulo un recuerdo, una tarjeta de madera, una rama cortada del bosque para adornar las tumbas de uno y otro de los viajeros desconocidos.

Teníamos que cruzar el río. Esas pequeñas vertientes nacidas en las cumbres de los Andes se precipitan, descargan su fuerza vertiginosa y atropelladora, se tornan en cascadas, rompen tierras y rocas con la energía y la velocidad que trajeron de las alturas insignes: pero esa vez encontramos un remanso, un gran espejo de agua, un vado. Los caballos entraron, perdieron pie y nadaron hacia la otra ribera. Pronto mi caballo fue sobrepasado casi totalmente por las aguas, yo comencé a mecerme sin sostén, mis pies se afanaban al garete mientras la bestia pugnaba por mantener la cabeza al aire libre. Así cruzamos. Y apenas llegados a la otra orilla, los baqueanos, los campesinos me preguntaron con cierta sonrisa:

-¿Tuvo mucho miedo?

-Mucho, creí que había llegado mi última hora –dije.

-Íbamos detrás de usted con el lazo en la mano –me respondieron.

-Ahí mismo –agregó uno de ellos- cayó mi padre y lo arrastró la corriente. No iba a pasar lo mismo con usted.

Seguimos hasta entrar en un túnel natural que tal vez abrió en las rocas imponentes un caudaloso río perdido, o un estremecimiento del planeta que dispuso en las alturas aquella obra, aquel canal rupestre de piedra socavada, de granito, en el cual penetramos. A los pocos pasos las cabalgaduras resbalaban, trataban de afincarse en los desniveles de piedra, se doblegaban sus patas, estallaban chispas en las herraduras: más de una vez me vi arrojado del caballo y tendido sobre las rocas. Mi cabalgadura sangraba de narices y patas, pero proseguimos empecinados el vasto, el espléndido, el difícil camino.

Algo nos esperaba en medio de aquella selva salvaje. Súbitamente, como singular visión, llegamos a una pequeña y esmerada pradera acurrucada en el regazo de las montañas: agua clara, prado verde, flores silvestres, rumor de ríos y el cielo azul arriba, generosa luz ininterrumpida por ningún follaje.

Allí nos detuvimos como dentro de un círculo mágico, como huéspedes de un recinto sagrado: y mayor condición de sagrado tuvo aun la ceremonia en la que participé. Los vaqueros bajaron de sus cabalgaduras. En el centro del recinto estaba colocada, como en un rito, una calavera de buey. Mis compañeros se acercaron silenciosamente, uno por uno, para dejar unas monedas y algunos alimentos en los agujeros de hueso. Me uní a ellos en aquella ofrenda destinada a toscos Ulises extraviados, a fugitivos de todas las raleas que encontrarían pan y auxilio en las órbitas del toro muerto.

Pero no se detuvo en este punto la inolvidable ceremonia. Mis rústicos amigos se despojaron de sus sombreros e iniciaron una extraña danza, saltando sobre un solo pie alrededor de la calavera abandonada, raspando la huella circular dejada por tantos bailes de otros que por allí cruzaron antes. Comprendí entonces de una manera imprecisa, al lado de mis impenetrables compañeros, que existía una comunicación entre desconocido y desconocido, que había una solicitud, una petición y una respuesta aun en las más lejanas y apartadas soledades de este mundo.

Más lejos y a punto de cruzar las fronteras que me alejarían por muchos años de mi patria, llegamos de noche a las últimas gargantas de las montañas. Vimos de pronto una luz encendida que era indicio cierto de habitación humana, y, al acercarnos, hallamos unas desvencijadas construcciones, unos destartalados galpones al parecer vacíos. Entramos a uno de ellos y vimos, al claror de la lumbre, grandes troncos encendidos en el centro de la habitación, cuerpos de árboles gigantes que allí ardían de día y de noche y que dejaban escapar por las hendiduras del techo un humo que vagaba en medio de las tinieblas como un profundo velo azul. Vimos montones de quesos acumulados por quienes los cuajaron a aquellas alturas. Cerca del fuego, agrupados como sacos, yacían algunos hombres. Distinguimos en el silencio las cuerdas de una guitarra y las palabras de una canción que, naciendo de las brasas y la oscuridad, nos traían la primera voz humana que habíamos topado en el camino. Era una canción de amor y de distancia dirigida hacia la primavera lejana, hacia las ciudades de donde veníamos, un lamento de amor y de nostalgia dirigidos hacia la infinita extensión de la vida. Ellos ignoraban quiénes éramos, ellos nada sabían del fugitivo, ellos no conocían mi poesía ni mi nombre. ¿O lo conocían, nos conocían? El hecho real fue que junto a aquel fuego cantamos y comimos, y luego caminamos dentro de la oscuridad hacia unos cuartos elementales. A través de ellos pasaba una corriente termal, agua volcánica donde nos sumergimos, calor que se desprendía de las cordilleras y nos acogió en su seno.

Chapoteamos gozosos, cavándonos, limpiándonos el peso de la inmensa cabalgata. Nos sentimos frescos, renacidos, bautizados, cuando al amanecer emprendimos los últimos kilómetros de jornadas que me separarían de aquel eclipse de mi patria. Nos alejamos cantando sobre nuestras cabalgaduras, plenos de aire nuevo, de un aliento que nos empujaba al gran camino del mundo que me estaba esperando. Cuando quisimos dar (lo recuerdo vivamente) a los montañeses algunas monedas de recompensa por las Canciones, por los alimentos, por las aguas termales, por el techo y los lechos, vale decir, por el inesperado amparo que nos salio al encuentro, ellos rechazaron nuestro ofrecimiento sin un ademán. Nos habían servido y nada más. Y en ese "nada más", en ese silencioso nada más había muchas cosas subentendidas, tal vez el reconocimiento, tal vez los mismos sueños.

Señoras y señores:

Yo no aprendí en los libros ninguna receta para la composición de un poema: y no dejaré impreso a mi vez ni siquiera un consejo, modo o estilo para que los nuevos poetas reciban de mí alguna gota de supuesta sabiduría. Si he narrado en este discurso ciertos sucesos del pasado, si he revivido un nunca olvidado relato en esta ocasión y en este sitio tan diferente al acontecido, es porque en el curso de mi vida he encontrado siempre en alguna parte la aseveración necesaria, la fórmula que me aguardaba, no para endurecerse en mis palabras sino para explicarme a mí mismo.

En aquella larga jornada encontré las dosis necesarias a la formación del poema. Allí me fueron dadas las aportaciones de la tierra y del alma. Y pienso que la poesía es una accion pasajera o solemne en que entran por parejas medidas la soledad y la solidaridad, el sentimiento y la acción, la intimidad de uno mismo, la intimidad del hombre y la secreta revelación de la naturaleza. Y pienso con no menor fe que todo está sostenido –el hombre y su sombra, el hombre y su actitud, el hombre y su poesía- en una comunidad cada vez más extensa, en un ejercicio que integrará para siempre en nosotros la realidad y los sueños, porque de tal manera los une y los confunde. Y digo de igual modo que no sé, después de tantos años, si aquellas lecciones que recibí al cruzar un río vertiginoso, al bailar alrededor del cráneo de una vaca, al bañar mi piel en el agua más purificadora de las más altas regiones, digo que no sé si aquello salía de mí mismo para comunicarse después con muchos otros seres, o era el mensaje que los demás hombres me enviaban como exigencia o emplazamiento. No sé si aquello lo escribí o lo viví, no sé si fueron verdad o poesía, transición o eternidad los versos que experimenté en aquel momento, las experiencias que canté mas tarde.

De todo ello, amigos, surge una enseñanza que el poeta debe aprender de los demás hombres. No hay soledad inexpugnable. Todos los caminos llevan al mismo punto: a la comunicación de lo que somos. Y es preciso atravesar la soledad y la aspereza, la incomunicación y el silencio para llegar al recinto mágico en que podemos danzar torpemente o cantar con melancolía; mas en esa danza o en esa canción están consumados, los más antiguos ritos de la conciencia: de la conciencia de ser hombres y de creer en un destino común.

Es verdad, si bien alguna o mucha gente me consideró un sectario, sin posible participación en la mesa común de la amistad y de la responsabilidad, no quiero justificarme, no creo que las acusaciones y las justificaciones tengan cabida entre los deberes del poeta. Después de todo, ningún poeta administro la poesía, y si alguno de ellos se detuvo a acusar a sus semejantes, o si otro pensó que podría gastarse la vida defendiéndose de recriminaciones razonables o absurdas, mi convicción es que solo la vanidad es capaz de desviarnos hasta tales extremos. Digo que los enemigos de la poesía no están entre quienes la profesan o resguardan, sino en la falta de concordancia del poeta. De ahí que ningún poeta tenga más enemigo esencial que su propia incapacidad para entenderse con los mas ignorados y explotados de sus contemporáneos; y esto rige para todas las épocas y para todas las tierras.

El poeta no es un "pequeño dios". No está signado por un destino cabalístico superior al de quienes ejercen otros menesteres y oficios. A menudo expresé que el mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día: el panadero más próximo, que no se cree dios. El cumple su majestuosa y humilde faena de amasar, meter al horno, dorar y entregar el pan de cada día, con una obligación comunitaria. Y si el poeta llega a alcanzar esa sencilla conciencia, podrá también la sencilla conciencia convertirse en parte de una colosal artesanía, de una construcción simple o complicada, que es la construcción de la sociedad, la transformación de las condiciones que rodean al hombre, la entrega de la mercadería: pan, verdad, vino, sueño. Si el poeta se incorpora a esa nunca gastada lucha por consignar cada uno en manos de los otros su ración de compromiso, su dedicación y su ternura al trabajo común de cada día y de todos los hombres, el poeta tomará parte en el sudor, en el pan, en el vino, en el sueño de la humanidad entera. Sólo por ese camino de ser hombres comunes llegaremos a restituirle a la poesía el anchuroso espacio que le van recortando en cada época, que le vamos recortando en cada época nosotros mismos.

Los errores que me llevaron a una relativa verdad, y las verdades que repetidas veces me llevaron al error, unos y otras no me permitieron -ni yo lo pretendí nunca- orientar, dirigir, enseñar lo que se llama el proceso creador, los vericuetos de la literatura. Pero si me di cuenta de una cosa: de que nosotros mismos vamos creando los fantasmas de nuestra propia mitificación. De la argamasa de lo que hacemos, o queremos hacer, surgen más adelante los impedimentos de nuestro propio y futuro desarrollo. Nos vemos indefectiblemente conducidos a la realidad y al realismo, es decir, a tomar una conciencia directa de lo que nos rodea y de los caminos de la transformación, y luego comprendemos, cuando parece tarde, que hemos construido una limitación tan exagerada que matamos lo vivo en vez de conducir la vida a desenvolverse y florecer. Nos imponemos un realismo que posteriormente nos resulta más pesado que el ladrillo de las construcciones, sin que por ello hayamos erigido el edificio que contemplábamos como parte integral de nuestro deber. Y en sentido contrario, si alcanzamos a crear el fetiche de lo incomprensible (o de lo comprensible para unos pocos), el fetiche de lo selecto y de lo secreto, si suprimimos la realidad y sus degeneraciones realistas, nos veremos de pronto rodeados de un terreno imposible, de un tembladeral de hojas, de barro, de nubes, en que se hunden nuestros pies y nos ahoga una incomunicación opresiva.

En cuanto a nosotros en particular, escritores de la vasta extensión americana, escuchamos sin tregua el llamado para llenar este espacio enorme con seres de carne y hueso. Somos concientes de nuestra obligación de pobladores y –al mismo tiempo que nos resulta esencial el deber de una comunicación crítica en un mundo deshabitado y, no por deshabitado menos lleno de injusticias, castigos y dolores- sentimos también el compromiso de recobrar los antiguos sueños que duermen en las estatuas de piedra, en los antiguos monumentos destruidos, en los anchos silencios de las pampas planetarias, de selvas espesas, de ríos que cantan como truenos. Necesitamos colmar de palabras los confines de un continente mudo y nos embriaga esta tarea de fabular y nombrar. Tal vez esa sea la razón determinante de mi humilde caso individual; y en esa circunstancia mis excesos, o mi abundancia, o mi retórica, no vendrían a ser sino actos, los más simples, del menester americano de cada día. Cada uno de mis versos quiso instalarse como un objeto palpable: cada uno de mis poemas pretendió ser un instrumento útil de trabajo: cada uno de mis cantos aspiró a servir en el espacio como signos de reunión donde se cruzaron los caminos, o como fragmentos de piedra o de madera en que alguien, otros los que vendrán, pudieran depositar los nuevos signos.

Extendiendo estos deberes del poeta, en la verdad o en el error, hasta sus ultimas consecuencias, decidí que mi actitud dentro de la sociedad y ante la vida debía ser también humildemente partidaria. Lo decidí viendo gloriosos fracasos, solitarias victorias, derrotas deslumbrantes. Comprendí, metido en el escenario de las luchas de América, que mi misión humana no era otra que agregarme a la extensa fuerza del pueblo organizado, agregarme con sangre y alma; con pasión y esperanza, porque sólo de ese henchido torrente pueden nacer los cambios necesarios a los escritores y a los pueblos. Y aunque mi posición levantara o levante objeciones amargas o amables, lo cierto es que no hallo otro camino para el escritor de nuestros anchos y crueles países, si queremos que florezca la oscuridad, si pretendemos que los millones de hombres que aún no han aprendido a leernos ni a leer, que todavía no saben escribir ni escribirnos, se establezcan en el terreno de la dignidad sin la cual no es posible ser hombres integrales.

Heredamos la vida lacerada de los pueblos que arrastran un castigo de siglos, pueblos los más edénicos, los mas puros, los que construyeron con piedras y metales torres milagrosas, alhajas de fulgor deslumbrante: pueblos que de pronto fueron arrasados y enmudecidos por las épocas terribles del colonialismo que aún existe.

Nuestras estrellas primordiales son la lucha y la esperanza. Pero no hay ni lucha ni esperanza solitarias. En todo hombre se juntan las épocas remotas, la inercia, los errores, las pasiones, las urgencias de nuestro tiempo, la velocidad de la historia. Pero ¿qué sería de mí si yo, por ejemplo, hubiera contribuido al gran pasado feudal del continente americano? ¿Cómo podría levantar yo la frente, iluminada por el honor que Suecia me ha otorgado, si no me sintiera orgulloso de haber tomado una mínima parte en la transformación actual de mi pais?. Hay que mirar el mapa de América, enfrentarse a la grandiosa diversidad, a la generosidad cósmica del espacio que nos rodea, para entender que muchos escritores se niegan a compartir el pasado de oprobio y de saqueo que oscuros dioses destinaron a los pueblos americanos.

Yo escogí el difícil camino de una responsabilidad compartida y, antes de reiterar la adoración hacia el individuo como sol central del sistema, preferí entregar con humildad mi servicio a un considerable ejército que a trechos puede equivocarse, pero que camina sin descanso y avanza cada día enfrentándose tanto a los anacrónicos recalcitrantes como a los infatuados impacientes. Porque creo que mis deberes de poeta no sólo me indicaban la fraternidad con la rosa y la simetría, con el exaltado amor y con la nostalgia infinita, sino también con las ásperas tareas humanas que incorporé a mi poesía.

Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados, escribió esta profecía: A l’aurore, armés d’une ardente patience, nous entrerons aux splendides Villes. (Al amanecer, armados de una ardiente paciencia, entraremos a las esplendidas ciudades).

Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el vidente. Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de todos los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre confianza en el hombre. No perdí jamás la esperanza. Por eso tal vez he llegado hasta aquí con mi poesía, y también con mi bandera.

En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esa frase de Rimbaud: sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.

Así, la poesía no habrá cantado en vano.


Año 1971, Suecia

viernes, 24 de octubre de 2008

Páginas de la historia

Discurso del Dr. Juan José Arevalo Bermejo


Palacio del Congreso, 15 de marzo de 1945.

Honorable Junta Revolucionaria,
Honorable Asamblea Nacional Constituyente,
Honorable Congreso,
Honorable Poder Judicial,
Reverendísimo e Ilustrísimo Arzobispo de Guatemala,
Excelentísimos señores Representantes de las naciones amigas,

Pueblo de la República:
Hemos asistido en el curso de muy pocos meses a actos de gran trascendencia nacional e internacional. Un pueblo entero, por sus solas fuerzas morales y materiales ha quebrado un sistema totalitario de vida para asumir por sí mismo el gobierno en un gesto de restauración republicana. Así ha contribuido el pueblo de Guatemala para realizar el ideal democrático, que ahora enciende los continentes y los mares, en lucha infernal contra aquellos gobiernos que se habían conjurado para desnaturalizar los legítimos destinos del hombre.
Creemos, pues, que en el orden internacional, lo que sucede ahora en Guatemala tiene singular importancia. Guatemala ha dejado de ser una mascarada democrática para convertirse en una democracia. Y así, con esta nueva realidad social y con esta nueva investidura moral, podemos seguir sin rubor y sin simulaciones, luchando en la medida de nuestras fuerzas, al lado de las grandes potencias democráticas que dan su sangre, su poder material, su dinero y su tiempo en defensa de todos los habitantes de la tierra. Guatemala estaba en mora con la democracia. Habíamos hecho de la democracia un argumento retórico en nuestra vida interna, y un pasaporte fraguado para convivir en concubinato con las naciones democráticas. El 20 de octubre de 1944, amasadas en una sola empresa popular todas las reservas morales de la República, prendimos fuego a aquella máscara democrática. Ahora, sí: el pueblo de Guatemala, con el corazón en la mano y la cara puesta en sus altos destinos, se muestra al mundo tal cual es, tal cual hubiera requerido presentarse desde 1821, unificadas todas sus clases sociales, todas las profesiones, los hombres de todas las edades, en un propósito de convivencia democrática, digno de nuestro siglo, digno de América y digno de esta hora de prueba para el hombre. Tres continentes arden en guerra en estos días. América, refugio y reserva de la democracia, sirve de freno al enemigo universal. El continente de la paz se ha visto obligado a incorporarse en la lucha espantosa. Gracias al poder de los Estados Unidos, la guerra se mantiene lejos de nuestro suelo. Pero en más de una forma, sentimos los efectos de la guerra, así como experimentaremos en su hora los efectos benéficos de la victoria. Suele decirse que la democracia está en juego, en lucha de vida o muerte. Preferible es decir que está en crisis. Porque después de esta guerra, garantizada la victoria, emergirá como eco de los combates la exigencia de una democracia depurada, más sincera, más enérgica, mejor organizada. La democracia de postguerra ha de ser una democracia funcional, es decir, un sistema de gobierno y un sistema legal que broten como flor natural desde el seno afectivo de los pueblos. Deben desaparecer los gobiernos postizos y las leyes incongruentes con la realidad. En la mayoría de los casos se ha convenido en identificar la farsa electoral con la voluntad popular, y cierto engranaje jurídico internacional, digno de ser revisado y rectificado, se apresuraba a legalizar la farsa electoral incurriendo en delito de lesa democracia al reconocer como “legal” y como democrático un gobierno emanado del fraude. A esto le hemos llamado concordia internacional. Grandes estadistas han propuesto fórmulas jurídicas para garantizar esta simulación democrática. Y lo han hecho de buena fe, porque con su criterio de juristas no pueden traspasar los límites de la tradición y de la ley convenida. Desde el punto de vista jurídico tradicional, una nación no tiene derecho a juzgar el fraude electoral realizado en un país con el que se guardan habituales relaciones de amistad. En algunos casos, ha habido más que farsa electoral: ha habido sojuzgamiento brutal y sanguinario de la voluntad popular. Y a pesar de que sabemos eso, nuestra moral internacional nos impide negar el reconocimiento a aquel gobierno antidemocrático. Nos sentamos a la mesa redonda de la democracia, mezclados caprichosamente, los representantes de gobiernos populares con los representantes de gobiernos totalitarios, brutalmente totalitarios.
He aquí el pecado mayor de nuestra democracia: la insinceridad para consigo misma, la infidelidad para consigo misma. Si la democracia está en crisis se debe a sus propios descuidos, a sus propias complacencias con los enemigos de la democracia. Creemos, por eso, que al terminar la gran guerra debiera acordarse una nueva política internacional para la defensa de los pueblos estafados. No pretendemos que se juzgue a ningún gobierno actual; pero creemos que después de la guerra los pueblos de América debemos ponernos de acuerdo para que en lo sucesivo no se reconozca a ningún nuevo gobierno que emane de una farsa electoral. Esto crea serios problemas jurídicos. Esto se sale de los moldes habituales de la diplomacia mundial. Esto supone la “ingerencia” en los negocios internos de un país “amigo”. Sí: la dificultad está ahí. Pero no hay ninguna dificultad que nos impida ponernos de acuerdo para ponernos de acuerdo para depurar la democracia, para fortalecerla, para fecundizarla. Y bien vale la pena de estudiar las dificultades de la nueva actitud, si es que al adoptarla los gobiernos americanos logramos perfeccionar este único sistema de vida política grato a nuestros pueblos. Mientras aquel acuerdo se logra en el orden internacional, Guatemala ofrece al mundo el ejemplo de su pueblo identificado esta vez con su Gobierno después de catorce años de doloroso divocio. Y nos comprometemos a mantener en todo su esplendor este ejemplo de amistad, de simpatía, de cariño por el pueblo, tal como lo ha demostrado la Junta Revolucionaria, el primer Gobierno de Guatemala que no corrompe las elecciones con el fraude oficial a que estábamos habituados. La relación afectiva que ahora existe entre el pueblo de Guatemala y los hombres de la revolución no ha de perderse en ningún momento, y nuestro mayor orgullo será demostrar que los gobiernos elegidos por la intuición popular son más constructivos y más seguros, desde todo punto de vista, que aquellos que se organizan a espaldas del pueblo. Pero no podemos celebrar plenamente esta restauración democrática de Guatemala sin poner nuestro corazón en Centroamérica. El dolor de nuestra historia patria no se debe exclusivamente al nazismo criollo que hemos padecido. También arranca del dolor del desmembramiento. No hay guatemalteco que no sueñe con la patria grande, que no ame a Centroamérica como un ideal político y como una realidad afectiva Nuestro sentimiento de fraternidad para con los hijos de las otras porciones del istmo es profundo, es sincero. Nos sentimos incabales cuando pensamos en que todavía somos cinco repúblicas pequeñas, expuestas al manotón de un ambicioso o a la explotación de una camarilla. Pero terribles adversarios nos separan. Y esos adversarios han sido nuestros propios gobiernos. La federación centroamericana ya se hubiera hecho si los gobiernos hubieran depuesto sus intereses personalistas. Mientras los unos temen quedarse fuera del poder, los otros sólo piensan en la federación para llegar al poder en la nueva gran república que se construya. Ambas preocupaciones deben desaparecer. Los gobernantes de Centroamérica debemos ir a la federación, previo renunciamiento de todas nuestras posibilidades políticas. La Junta Revolucionaria de Gobierno de Guatemala nos ha dado la lección definitiva: hay que empezar renunciando a las propias posibilidades políticas para poder hacer algo grande, algo digno de la historia contemporánea. La federación centroamericana no es un mito: es una posibilidad a corto plazo. Sólo falta que los cinco presidentes nos reunamos para ofrecer a los pueblos nuestra renuncia como presidentes actuales, para renunciar a toda presidencia futura, para comprometernos a dar absoluta libertad electoral en una palabra: para devolver a América esta nación centroamericana de hace un siglo convertida en una gran democracia viviente, poblada de ocho millones de trabajadores pacíficos, económicamente poderosa y militarmente modernizada. Puedo asegurar que el pueblo y el Ejército de Guatemala verían con júbilo el renacimiento de la patria grande, sobre estas bases de cordialidad, de paridad y de desinterés. Mientras esperamos la federación, Guatemala, pensando en ella, apresurará como quien dice, el arreglo de su propia casa. Está ya en marcha la modernización del Ejército, que será de hoy en adelante, una entidad autónoma, de gran responsabilidad profesional, guardadora de la paz interna, colaboradora en las grandes empresas culturales del país, dirigida por hombres que han puesto a prueba su patriotismo y su cariño por el pueblo. Está también en marcha la experiencia universitaria guatemalteca, que aspira convertir a la Universidad en un organismo también autónomo, promotor de la alta cultura y colaborador en las empresas nacionales de alfabetización e higienización. Su vasta tradición espiritual la autoriza a convertirse en guardadora de los bienes espirituales de la Nación. Está también en marcha esta experiencia novedosa entre nosotros, de reconocerse mutuo respeto entre los grandes organismos del Estado, para averiguar en qué medida la justicia puede convertirse en patrimonio del organismo Judicial y la legislación en patrimonio del organismo Legislativo. Está a punto de comenzar la política “feminista” de Guatemala, que otorga a la mujer alfabeta paridad de derechos cívicos con el hombre. Podríamos asegurar que esta vez la ley emana de la experiencia y no será la experiencia consecuencia de la ley. La mujer guatemalteca demostró en 1944 la misma fe democrática, la misma voluntad heroica que los hombres. Ella se ganó los galones ciudadanos en la trinchera del civismo, y la Constituyente de 1945 no ha hecho otra cosa que no sea reconocer un derecho que nuestras mujeres han ejercitado con honor. Está en vías de iniciación la gran experiencia social de protección al trabajador, al campesino, al enfermo, al anciano, al niño. El gobierno de Guatemala padecía de ciertos prejuicios de orden social. Los obreros, los campesinos, los humildes eran vistos con desconfianza, quizá hasta con desprecio. Los mismos capitalistas, los finqueros, los jefes, se veían inhibidos para hacer algo en favor de los necesitados, porque cualquier intento de legislación o de protección era mal visto por el Gobierno. Había una fundamental falta de simpatía por los trabajadores, y el menor reclamo de justicia era eludido y castigado, como si se tratara de aplastar el brote de una epidemia espantosa. Vamos ahora a instaurar el período de simpatía por el hombre que trabaja en los campos, en los talleres, en los cuarteles, en el comercio. Vamos a equiparar el hombre con el hombre. Vamos a despojarnos del miedo culpable a las ideas generosas. Vamos a agregar la justicia y la felicidad al orden, porque de nada nos sirve el orden a base de injusticia y de humillación. Vamos a revalorar cívica y legalmente todos los hombres que habitan la República. Y lo vamos a lograr de común acuerdo, sin violencias, sin exigencias torpes, sin mezquindades ni usuras. Todos los capitalistas de la República, los industriales y los finqueros, guatemaltecos o extranjeros, tienen el pleno apoyo del Gobierno para sus intereses legítimos y algo más que apoyo: también ellos tendrán de parte del Gobierno la simpatía que les corresponde porque sabemos que trabajan la grandeza de Guatemala. Y desde ahora sé que cuento con todos para iniciar, lenta y progresivamente, la revaloración de los hombres de trabajo. Quizá hayan tenido ellos el temor de que un gobierno de origen democrático fuese menos fuerte que un gobierno de estilo totalitario. Por el contrario: un gobierno que merece la fe de su pueblo está en mejores condiciones para proteger que un gobierno divorciado de su pueblo. Gobiernos democráticos no son gobiernos anárquicos. La democracia supone el orden justo, la paz constructiva, la disciplina interior, el trabajo alegre y fecundo. La diferencia estriba en que un gobierno democrático supone y exige la dignidad de todos, mientras que un gobierno totalitario sólo reconoce la dignidad de los poderosos. Paralelamente a estas experiencias, haremos también la gran experiencia culturalista. La nueva Constitución impone al Gobierno el deber de iniciar la alfabetización de las masas. Es un deber que los hombres de la revolución nos hemos impuesto para no vacilar en su cumplimiento. Empezaremos a construir edificios para escuelas. Llevaremos las escuelas a las aldeas, y algunas de esas escuelas tendrán ruedas para trepar a las montañas y meterse en los bosques. Las escuelas no llevarán sólo la higiene y el alfabeto: llevarán la doctrina de la revolución. La nueva organización de los cuarteles militares está también concebida por los actuales jefes del Ejército con vistas a la alfabetización de los hombres del campo. Una misma pasión culturalista mueve a civiles y militares en esta hora de renovación. En una palabra: Guatemala se prepara, dentro de la limitación de sus posibilidades económicas, contagiada de la angustia mundial, para demostrar que la idea democrática no es una idea simplemente electoral, sino un compromiso de orden social, de orden económico, de orden cultural, de orden militar. La democracia guatemalteca no se agotará en los actos electorales. Será un sistema permanente, dinámico, de proyecciones en el todo social y de infatigable vigilancia. Democracia quiere decir unificación moral y efectiva. Y Guatemala se compromete a mantener en todo su esplendor la idea y la realidad de la democracia, para tener bien ganado nuestro asiento en la mesa redonda de los debates internacionales, y para tener y mantener la felicidad conquistada por este pueblo, acrecentándola en todo lo posible.
Constituyentes de 1945:
Recibo de vuestras manos la nueva forma legal de la República. La he leído minuciosamente. Es un texto científico, de inspiración jurídica moderna y de cálida emoción democrática. Sabemos que lo habéis trabajado con amor, con talento, con genuino sentido revolucionario. Contiene grandes esperanzas para el futuro, si bien trasunta cierta amargura por nuestro pasado político. El Presidente de la República tiene en esta Constitución bien precisadas sus funciones. Como primer Presidente de la nueva Guatemala, os prometo que cumpliré con fidelidad los preceptos de esta Constitución, con la humildad que me define como hombre pero con la dignidad que corresponde al cargo transitorio de que estoy investido.
Honorable Congreso:
Asumo el cargo de Presidente Constitucional de la República con plena conciencia de la tremenda responsabilidad que ello significa. Vosotros los representantes de los pueblos, habéis venido a este recinto plenos de fe revolucionaria, es decir, de fe patriótica. Os hemos visto y os hemos oído acuerpar a la Junta Revolucionaria en todos sus actos de depuración, de restauración, de reivindicación, y el pueblo por eso os ha acompañado con su simpatía. Sois el primer Congreso de Guatemala que va a gozar de plena autonomía en sus funciones. El ejecutivo nada tendrá que ordenaros, pero por eso mismo vuestra proximidad con el Ejecutivo debe ser más estrecha. Identificados en el mismo ideal de grandeza para Guatemala, seremos dos fuerzas juveniles convergentes.
Honorable Poder Judicial:
En el Palacio del Ejecutivo se han mandado cortar los hilos telefónicos que sometían la majestad de la justicia a los caprichos de un autócrata. La Revolución de octubre os ha devuelto la imprescindible independencia para asumir la responsabilidad de vuestros fallos. Contad desde ahora con el Poder Ejecutivo para consolidar vuestros fueros. Un aliado será, desde que por tesis revolucionaria ha renunciado a intervenir en la justicia. las familias de Guatemala están llenas de dolencias y de heridas provocadas por aquella justicia palaciega que daba y despojaba en beneficio de los altos funcionarios. Es terrible vuestra tarea de restauración, de recuperación, de reivindicación de la ley. Que vuestro patriotismo os ilumine para devolver al pueblo sufrido de Guatemala la fe que había perdido acerca de la imparcialidad de la Justicia.
Honorable Junta Revolucionaria:
El cargo de Presidente Constitucional de la República, supone primeramente un honor de carácter formal, que radica en la altísima función conductora a que está llamado un Presidente. Además de ese honor formal, supone el cargo un honor fundamental cuando se ha llegado a él por invitación del pueblo en comicios libres como lo realizados en diciembre. Pero a esos dos tipos de honor se agrega en mi caso el honor de carácter histórico, que consiste en recibir de vuestras manos las altas funciones gubernativas. Llegasteis al gobierno en momentos trágicos para la patria: en momentos en que parecía que fuerzas diabólicas volvían a sumir a nuestro pueblo en la abyección de otra dictadura. Asumisteis el gobierno por imperio de la voluntad popular que os aclamaba y os aclama como restauradores de la democracia. Ejercisteis el difícil gobierno con energía, con valentía, con desinterés, con sacrificio y sin fatigas. Tuvisteis oportunidad para corromper vuestra propia obra, por consejo ruin de políticos de vieja escuela y preferisteis cumplir vuestra palabra de honor empeñada con el pueblo. Por todo esto, señores de la Junta, os habéis ganado la gratitud de la patria y un lugar de lujo en nuestra historia. Habéis creado democracia, habéis devuelto la dignidad cívica a los guatemaltecos, habéis llenado de felicidad todos los corazones y nos habéis trazado una norma a vuestros sucesores. Mayor Arana: Capitán Arbenz: ciudadano Toriello: representáis para la nueva Guatemala el coraje, la dignidad, el desinterés, el patriotismo. Por estas virtudes os habéis convertido de revolucionarios en educadores. Vuestro ejemplo, altísimo, será de hoy en adelante la norma de los gobernantes de Guatemala. Nuestro pueblo, traicionado reiteradamente por los políticos profesionales, halló en vosotros, militares austeros y ciudadanos apolíticos, los conductores adecuados para el difícil momento de la Revolución. Y habéis demostrado que la ciencia de gobernar a un pueblo no se aprende en conciliábulos de comité o en libros de experiencia ajena, sino que emerge por intuición patriótica y pasión de justicia.
Sobre los destinos de vuestra obra revolucionaria, estad tranquilos. Sabré defenderla y continuarla, y espero contar siempre, en los momentos difíciles, con vuestra amistad y vuestro consejo, que desde ahora os solicito para beneficio de Guatemala.

Poesia guatemalteca -Manuel José Arce-

POEMA A GUATEMALA

Ando lejos de ti, tan por el mundo
pagando el duro impuesto del exilio.
Regresar a morir. Seguir viviendo
soñándote. Pensándote. Llamándote.
Peleando palmo a palmo con el tiempo
cada rincón oscuro del recuerdo.
Haber salido por la guerra ingrata
que se cerró de un golpe detrás mío
como un frío balazo por la espalda.


Y saber con angustia día a día
Las noticias que llegan con tu muerte.
El dolor repetido y descuidado
reproduciéndose incesantemente.
Los nombres que los diarios tergiversan,
los rostros detenidos en un gesto.
Las cifras congeladas con sus números,
la explosión demográfica de muerte.
Y enterarme de diarios heroísmos
anónimos, certeras explosiones,
balazos disparados desde el pueblo,
combates cuerpo a cuerpo contra el crimen.


Y estar seguro de que cada paso
silencioso a través de las montañas
está imprimiendo los caminos nuevos
por los que va la historia madurando.
Y sentir que tus mapas se han cambiado
y que en nuevos cuadernos los dibujan
manos recientes y sonrientes dedos.
Entre el temor y la camisa tengo
tatuados tus sonidos más profundos…

martes, 7 de octubre de 2008

GRACIAS A CEME -ARCHIVO CHILE-

El Centro de Estudios Miguel Enríquez –Archivo Chile- de donde se han recopilado estos artículos sobre el Doctor Ernesto Guevara de la Serna, nos ha remitido respuesta personal para permitirnos la publicación originalmente de “Por las Rutas del Dr. Guevara” de Envar El Kadri, sin embargo, nos es imperativo extender nuestra solicitud para que podamos re-editar desde Alfil Periódico Digital otros artículos más referentes a la vida, pensamiento y obra de Ernesto “Che” Guevara.
Quien no ha conocido siquiera por curiosidad, circunstancia o compromiso al legendario Che Guevara, no ha sido digno de este postrer siglo XX y ni siquiera podrá entenderse con las realidades ni tener tino con lo que las circunstancias le propongan para cultivar su compromiso político- social con el presente siglo.

CEME es un archivo histórico, social y político básicamente de Chile. No persigue ningún fin de lucro. La versión electrónica de documentos se provee únicamente con fines de información y preferentemente educativo culturales. Cualquier reproducción destinada a otros fines deberá obtener los permisos correspondientes, porque los documentos incluidos en el portal son de propiedad intelectual de sus autores o editores. Los contenidos de cada fuente, son responsabilidad de sus respectivos autores.
Invitamos a nuestros cultos lectores visitar la dirección electronica de CEME -ARCHIVO CHILE- http://www.archivochile.com

En virtud de lo anteriormente expresado, nos circunscribimos a su observancia y así mismo expresamos nuestra admiración y respeto por el trabajo y contribución de CEME –Archivo Chile- que nos permite desde Alfil Periódico Digital difundir los hechos históricos, políticos y sociales de nuestro tiempo.

CEME -Archivo Chile-

EL CHE (*)
Miguel Ángel de Bóer

¿Qué murió quien? –Preguntó sorprendido-Guevara… el Che Guevara!!!!...- respondió, angustiado, su compañero de pieza en la vieja pensión de la calle Rioja, a la que se había mudado hacia apenas unas semanas.
-¿El que estaba con Fidel Castro?- dijo, tratando de disimular su ignorancia.
-Pero claro… ¿No me digas que no sabes quién es el Che? Y no, no sabía quién era el Che. Si bien había escuchado hablar de él, apenas si tenía el dato de que se trataba de un médico cordobés (después se enteraría que en realidad había nacido en Rosario) y que en su afán por la aventura había recorrido Latinoamérica y terminó participando en la guerrilla cubana.
-¡Che!... ¿en serio que no sabes quién es el Che?...
La pregunta quedó sin respuesta. Aunque no vergüenza, la reiteración de la pregunta le produjo cierta incomodidad, porque si bien no era lo que se dice un veterano, ya se consideraba un tipo bastante informado a esa altura de su carrera.
Octubre ya había ahuyentado definitivamente el crudo invierno cordobés y el calor lo decidió a tomar otra ducha. Tenía la jabonera en la mano cuando Radio Universidad interrumpió su programa para anunciar lo que su amigo terminaba de contarle.
-¿Viste?...Te dije: murió el comandante Guevara… ¡Yanquis hijos de remil puta!...
Fue entonces cuando acusó el impacto en todo su cuerpo –y una tristeza que le resultaba extraña para su intensidad le oprimió el pecho- y tal vez porque intuyó que no se trataba de una muerte más se decidió a averiguar todo lo que pudiera acerca del che, de ese personaje hasta ahora inexistente, que lo introduciría a una visión del mundo que de a poco modificaría -¡no sabía cuánto!- el curso de su vida.
Con el correr de los días no hizo otra cosa que leer todo lo que tuviera que ver con el Che. Por otro lado, en la facultad, en el comedor universitario, en las revistas, en los diarios, la vida y muerte del Che eran los temas preponderantes de conversación y debate.
Así fue conociendo su historia, su capacidad, su valentía, sus ideas, sus anécdotas.
Se devoró los libros de Rojo y de Gambini. Se indignó profundamente –y putió- cuando leyó lo que había escrito Grondona en Primera Plana: …”Guevara representa el miedo de una clase desplazada por el cambio”… sentenció académicamente.
Se enteró quien era el Che a la vez que tenía que asumir con una pena infinita que, ahora sí, ese ser increíble estaba definitivamente muerto.
Y Córdoba, el mundo, dejaron de ser los mismos. Como cuando pasó por el Colegio Deán Funes -“La chacra”- y su corazón se agitó al recordar que allí había estudiado el Che.
La mutación transcurría inexorablemente. En sus hábitos, en su manera de vestir. Y no solo en él: las botas, la boina, la camisa “Graffa”, el pelo aindiado, fueron uniformando a más de uno de sus compañeros de estudio.
Del mismo modo fue cambiando su espíritu, su conciencia de la realidad; como cuando pudo comprender la humana dimensión de Cristo o cuando se identificó casi hasta el fanatismo con John Lennon; o en su etapa esotérica cuando junto con el Turco, en la academia de química que tenía en Alto Alberdi, entraban en trance estudiando a Gurdjieff.
Una profunda convicción iba arraigándose en su interior y gradualmente se transformaba en la meta de su existencia: ser como el Che, el comandante, el artista: ser un autentico Revolucionario.
Su mente y su cuerpo adquirían una nueva dimensión. Sentía, por fin, que podía despedirse de su adolescencia con menos dolor, percibiendo con alegría que ya no se trataba sólo de alcanzar la adultez sino de adquirir la calidad de un hombre distinto, un Hombre Nuevo.
¡Qué bello sonaba! ¡Hombre Nuevo! Un ser nuevo para una nueva sociedad. Con una moral que encarnaría los más altos ideales de la humanidad; donde no habría lugar para el individualismo ni el egoísmo; donde desaparecerían para siempre la explotación del hombre por el hombre, la pobreza y la miseria, donde cada cual viviría de acuerdo a sus necesidades y capacidades; donde la salud y la educación no serian privilegios de algunos y la cultura estaría al servicio de la mayoría; donde la paz y la justicia reinarían soberanamente; donde el hombre liberado de su alienación daría curso a su espontanea creatividad para la dicha de sí mismo y de sus semejantes.
Era la gran oportunidad de no seguir siendo uno más, de romper con la pasividad y el quedantismo ante el curso de los acontecimientos, puesto que se podía y se debía protagonizar y transformar a la Historia. Solo bastaba la decisión de querer hacerlo. Cuba era una prueba de ello. Vietnam estaba en el camino. Y el Che desde ese longplay escuchado decenas de veces, se lo repetía-con esa voz que lo fascinaba- una y otra vez:… “porque el pueblo ha dicho basta… y ha echado a andar”… El presente es de lucha, el futuro es nuestro!”… “¡Hasta la victoria siempre…!”… “¡Patria o Muerte, venceremos!”…
Las condiciones estaban dadas. Y allí donde no la estuvieran, había que crearlas.
Sentía que el mundo se expandía hasta el infinito al descubrir que el destino estaba en sus manos. (¿Qué otra cosa de tamaña magnitud podía anhelar un joven de su edad, en ese momento de su vida?) “Hacer la revolución sin perder la ternura jamás”, había dicho el Che. “El deber de todo revolucionario es hacer la revolución”, explicaba.
“Ser revolucionario: el escalón más alto de la especie humana”, eran las palabras y el pensamiento del Che. Por las cuales había dado su vida, marcando con su conducta el rumbo a seguir.
¡Y qué fuerza cobraba su ejemplo en este mundo de dolor y de humillación! En este país en donde no había libertad. En donde la política de los políticos era sinónimo de acomodo y corrupción. Donde las dictaduras, las proscripciones y la represión, estaban al servicio de los privilegios de unos pocos: de la oligarquía, de la burguesía y del imperialismo.
¿Acaso quedaba otro camino que destruir el sistema para construir uno nuevo? ¿Había otra salida frente a la violencia del sistema que no fuera el de oponerle la violencia revolucionaria? El Che señalaba la senda. Como antes lo habían hecho Espartaco, Tupac Amaru, Lenin, Mao, Lubumba; o los auténticos patriotas latinoamericanos: San Martín, Artigas, Bolívar, Martí, Zapata, Sandino y tantos otros que dieron su vida por un mundo distinto a lo largo de la historia.
Si. Ya era hora de dejarse de joder y continuar la empresa que otros ya habían intentado: Masseti en Salta, Camilo Torres, los guerrilleros de Taco Ralo, Mariguela en Brasil, los Tupamaros en Uruguay.
Había que conformar una vanguardia que guiara al pueblo a la victoria. Había que convertirse en un combatiente, dispuesto a la entrega y al sacrificio por la causa de la clase obrera y del pueblo, por la causa revolucionaria, para la toma del poder y la instauración de una sociedad sin clases.
Las clases dominantes y sus aliados no dejaban otra opción.

Y así fue.

(*) El presente forma parte del libro: “AQUEL VEINTINUEVE” (en preparación).

lunes, 6 de octubre de 2008


Por las rutas del doctor Guevara
Envar El Kadri
De: Archivo Chile CEME.

Guevara viaja a Guatemala y allí comienza a ser conocido como Che. Tras el golpe contra Arbenz, se va a México, donde conoce a Fidel Castro y se embarca en la aventura que lo convirtió en el comandante de la Revolución cubana.


El doctor Ernesto Guevara de la Serna llega a Guatemala en diciembre de 1953 y se aloja en una pensión de la calle 5ta., donde le escribe a su madre: La capital no es más grande que Bahía Blanca y dormida como ella". Pero la ciudad está muy despierta, porque desde la promulgación de la Constitución de 1945 se abolieron las servidumbres y prestaciones personales de los "indios", y se reconoció la igualdad de derechos ciudadanos para todos los habitantes, en su gran mayoría mayas, hasta entonces denigrados y degradados, a pesar de su brillante pasado. El gobierno de Juan José Arévalo (1945-51) había promovido la reforma bancaria, educativa y cultural, dictando un Código de Trabajo que sirvió para reconocer y poner en práctica los derechos sociales; inspirado en la Reforma Universitaria de Argentina, sancionó la autonomía universitaria, y además de reconocer a la República Española y establecer relaciones con la Unión Soviética, condenaba a las dictaduras latinoamericanas, particularmente la de Somoza en Nicaragua. También cometía "la herejía'' de condecorar a Perón con la Orden del Quetzal, por su actitud, en 1947, de romper el boicot estadunidense a los puertos de Guatemala, ordenando a los buques de la Flota Mercante Argentina hacer escalas allí y llevando, según les contó el propio Arévalo a Guevara, armas argentinas para su ejército.

El gobierno de Jacobo Arbenz que lo sucedió, sanciona además el decreto 900 de 1952 para liquidar el latifundio y las relaciones semifeudales de producción. En 1953 se habían expropiado y repartido casi 2 millones de hectáreas, de las cuales 161 mil pertenecían a la poderosa United Fruit. Co., entonces propiedad del hermano del secretario de Estado, Foster Dulles. Todo ello, sumado a la creación de la CGT, la Confederación Nacional Campesina y la existencia del Partido Guatemalteco del Trabajo, fundado en 1948 como Partido Comunista, será el pretexto para la intervención estadunidense.
Pero a principios de 1954, el joven doctor Guevara de la Serna se gana la vida como puede: venderá con los cubanos Ñico López y Armando Arencibia el Cristo Negro de Esquipulas, al que le colocan una lamparita para hacerlo más atractivo; dará clases de español; hará gestiones para trabajar como médico en el Petén, pero rechaza la condición previa de afiliarse al PGT; prepara un libro que nunca terminará sobre la condición del médico en América Latina y, como siempre en este viaje, pasa hambre: "El otro día me tomaron el tiempo en 50 metros, poniendo un bife, y todos los cronómetros marcaron cero", le escribe a Zoraida Boluarte, despidiéndose con "un cariñoso abrazo del pobre Che".

En este ambiente, Guevara conoce a Hilda Gadea, exiliada peruana que "tiene un corazón de platino, por lo menos; su ayuda se siente en todos los actos de mi vida diarios...'' y empieza un romance que culminará en casamiento en México. Sin embargo, no son tiempos para romances. Cuando el gobierno anuncia que expropiará 883 mil hectáreas más, Estados Unidos decide que no puede permitir la continuación de "un gobierno comunista'' y a través del coronel Castillo Armas, lanza su "cruzada libertadora'', que terminará con el gobierno de Arbenz y la revolución. El 14, 15 y 16 de junio de 1954, aviones piloteados por estadunidenses bombardean la casa de Gobierno, preanunciando el final.

Guevara se alista en los Comités de Defensa de la Revolución, se inscribe en el Socorro Médico de Urgencias, recibe instrucción militar en las Brigadas Juveniles, impulsa una resistencia que no se realiza: "era necesario pelear y casi nadie peleó, era necesario resistir y casi nadie quiso hacerlo", escribe. El embajador argentino Nicasio Sánchez Toranzo lo lleva a la embajada, pero Guevara no quiere asilarse; hace un paquete con sus libros y los manda a su tía Beatriz, y en agosto, cuando aviones argentinos llegan para evacuar a todos los asilados, decide continuar el viaje.

México
Cuando Guevara llegó el 21 de septiembre de 1954 a la estación del norte, México era la capital del exilio: puertorriqueños independentistas, cubanos enemigos de Batista, nicas enemigos de Somoza, dominicanos enemigos de Trujillo, guatemaltecos enemigos de Castillo Armas... sin contar con los republicanos españoles, cuyo gobierno era para el de México la representación oficial de España. Honrosa tradición que se mantuvo en los años 70 cuando recibieron además a chilenos, uruguayos, argentinos y mantuvieron relaciones con Cuba, a pesar de las presiones.

Ese México moldeó el temple del doctor Guevara de la Serna, aunque criticara lo que para él fue la débil posición oficial frente al derrocamiento de Arbenz en Guatemala. El doctor Mario Salazar Mallén, jefe del Hospital General, le consigue una plaza en la Sala de Alergia, donde vuelve a engancharse con los cubanos, al encontrarse con Ñico López. En la lucha por la sobrevivencia, Guevara compra una cámara Retina 35 mm y comienza a trabajar de "fotógrafo ambulante''.

En noviembre se encuentra con Hilda Gadea, con quien pasea por la ciudad, Toluca, Cuernavaca; van al cine a ver Romeo y Julieta o Arriba el telón, de Cantinflas. Le gusta tanto el humor del cómico mexicano, su hablar sin decir nada, que cuando quiere reírse de sí mismo se compara con él. Al comienzo de 1955, Guevara encuentra en un tranvía al periodista argentino Alfonso Pérez Vizcaíno, quien le ofrece trabajar para la Agencia Latina como fotógrafo en los II Juegos Panamericanos. Lo hace del 6 al 20 de marzo, algunas de sus fotos son publicadas y en junio cobra 3 mil pesos, la mitad de la suma convenida, que representa un alivio para su economía.
En esa época conoce a Raúl Castro, quien lo ayudaba a recoger gatos callejeros con los que realizaba experimentos sobre alergia. En julio lo invita a la casa de María Antonia González, calle Emparan 49, donde conoce a Fidel Castro, recientemente liberado por una amnistía. "Recuerdo que nuestra primera discusión versó sobre política internacional. A las pocas horas de la misma noche, en la madrugada, era yo uno de los futuros expedicionarios".

Al enterarse de la caída de Perón en septiembre, le escribe a su tía Beatriz: "Yo no sé bien qué será, pero sentí la caída de Perón un poquito. La Argentina era una ovejita gris pálido, pero se distinguía del montón; ahora ya tendrá el mismo colorcito blanco de sus 20primorosas hermanas..."

De su matrimonio con Hilda, nace el 15 de febrero de 1956 Hilda Beatriz Guevara Gadea, que inscribirán como mexicana, en homenaje al pueblo de México. Cuando Fidel visita a la recién nacida, conversan sobre la necesidad de comenzar el entrenamiento del grupo que marchará a Cuba para derrocar a Batista. En el rancho Santa Rosa, cerca de Chalco, será nombrado jefe de personal de los futuros expedicionarios. El republicano español Alberto Bayo les da instrucción militar, les hace leer y repetir las 150 preguntas a un guerrillero, manual redactado por él mismo.

El 24 de junio lo detienen junto al resto de sus compañeros y lo llevan a la Estación Migratoria, que diversos autores sitúan en la calle Miguel Schultz número 27, y que nosotros ubicamos entre los números 103-105, donde hoy funciona la Escuela Primaria Luz Oliveros. En esta cárcel lo visita Ulises Petit de Murat, amigo de sus padres, quien estaba seguro de liberarlo con un trámite especial. Guevara rechaza la excepción y poco después le dice a Fidel que de ninguna manera retrase la revolución por él. "Yo no te abandono'', fue la respuesta de Fidel. "Y así fue, porque hubo que distraer tiempo y dinero preciosos para sacarnos de la cárcel mexicana."

La solidaridad mexicana se manifiesta con la visita del ex presidente Lázaro Cárdenas, que hace gestiones para liberarlos, lo que ocurre a los 57 días. El gobierno mexicano no se deja presionar por Batista y en lugar de expulsarlos, los libera, "invitándolos a abandonar el país a la mayor brevedad posible..." Todos pasan a la clandestinidad y continúan la preparación: Antonio del Conde, El Cuate, que les había provisto de armas, les prepara el yate Granma, en el río Tuxpan. En la madrugada del 25 de noviembre de 1956, 82 hombres casi pelean por subir a esa cáscara de nuez, donde sólo entrarían 20 como mucho. Temen quedar fuera de la expedición, que prevé llegar en tres días a Cuba y tardará siete...

El equipo del cineasta Miguel Pereira toma las últimas imágenes, allí donde el río Tuxpan se une al golfo de México. Seguimos las huellas del viaje que llevó al doctor Guevara desde la porteña estación Retiro, el 7 de julio de 1953, cuando pensaba ir a trabajar al leprosario San Pablo, en Venezuela, hasta Tuxpan, cuando entrará en la historia como el legendario Che.

** Envar El Kadri, argentino, fundador de las Fuerzas Armadas Peronistas. Detenido en 1968 y liberado en 1973, exiliado en Francia entre 1976-83. Actualmente es productor cultural y junto con el director de cine Miguel Pereira realizó el documental Por las rutas del doctor Guevara.