lunes, 6 de octubre de 2008

ESPIONAJE EN CONTRA DEL GOBIERNO DE COLOM Y TAMBIEN UN MODUS OPERANDIS DE ESTADO QUE SE REVIERTE EN SU CONTRA Y ES UN MAL INTRINSECO EN LA SEGURIDAD DE MUCHAS EMPRESAS, INSTITUCIONES Y PERSONAS.
por: Iván I. Choto
…¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre! Como zumbido de oídos persistía el rumor de las campanas a la oración, maldoblestar de la luz en la sombra, de la sombra en la luz. –Miguel Ángel Asturias, en El Señor Presidente-
Ahora se ha comenzado a destapar la olla de los grillos, el espionaje en contra de Álvaro Colom, es un hacer de Estado que se revierte en su contra así como es una práctica que también se utiliza en la seguridad de muchas empresas, instituciones y personas. Lo de este momento no es nada nuevo, siempre ha estado presente en la vida pública y privada de todos los guatemaltecos, es un espectro silencioso que ha extendido sus tentáculos desde las dictaduras de Estrada Cabrera y Ubico Castañeda y fue altamente perfeccionada y consentida en la estructura de poder durante los gobiernos militares sucedidos desde 1954 hasta nuestros días. El modelo de espionaje de Jorge Ubico por ejemplo, se adoptó como escuela para el apoyo de su homologo Tiburcio Carias Andino de Honduras, una dictadura que se mantuvo 17 años, un poco más allá de los movimientos que derrocaron a Hernández Martínez el 8 de mayo y a Ubico el 1 de julio de 1944, en El Salvador y Guatemala respectivamente.
Fue en la dictadura de Manuel Estrada Cabrera que se instauró la escuela más paradigmática del espionaje en Guatemala. En la edición crítica de “El Señor Presidente” de Miguel Ángel Asturias, Gerald Martín, en las notas explicativas refiere de Carlos Wyld Ospina que a Estrada cabrera siempre le interesaban las debilidades de sus compatriotas y siempre le fascinaban los chismes: “De su juventud, ya togado, solo se recuerda que era la gacetilla andante de Quetzaltenango”. “Ha Estrada Cabrera no le pasó lo que a los estadistas de gabinete, que no viven en contacto con las realidades circundantes. No obstante que su larga permanencia en el poder fue un solo e ininterrumpido encierro, supo mantenerse al tanto de todos los sucesos públicos, interiores y externos, y aun de las intimidades de la vida de sus súbditos, hasta un punto que asombraba y producía terror en sus mismos agentes secretos, menos enterados que él de estas cosas… por lo vasta, bien ordenada y exacta, su memoria era un registro de títulos, nombres, abolengos, fortunas, anécdotas y datos de toda laya relativos a los habitantes de Guatemala”. “Nace entonces el “oreja” o espía y soplón a sueldo y también el agente informador gratuito, el que orgullosamente se llama “amigo incondicional del Señor Presidente”: toda una red de espionaje y delación que se teje como una telaraña de temor a lo largo de todo el país y cuya tarea no es solo la de reprimir toda tentativa contra el primer magistrado y hasta la de informar sobre cualesquiera forma de oposición a su gobierno, aun cuando solo se trate de alguna simple censura en alguna conversación privada, sino todavía de algo positivo: promover las adhesiones espontaneas al Jefe de Estado”. Y: “su talento político se acerca notablemente al de una araña cuando teje su tela y espera después, días enteros, a que caiga en ella la mosca apetecida”. Se nos ocurre, entonces, que la imagen de los “hilos invisibles” es múltiple: hilos de la telaraña, hilos de los títeres, etc.”.
Las sospechas del presidente Álvaro Colom respecto de que estaba siendo víctima de espionaje son más que una sospecha, son una denuncia, un reproche un desenmascaramiento de recónditas disposiciones paralelas que mueven el destino de Guatemala a desprecio de lo constitucional y de los principios puramente democráticos. El presidente, no solo denunció la existencia de aparatos de alta tecnología en la Casa Presidencial, su oficina privada de la zona 14 y su residencia sino que nos puso a reflexionar sobre una cultura de sometimiento e intimidación que se estila en todos los ámbitos de la vida nacional muy a pesar del “forzado” giro democrático que nos obligó a capitular un conflicto armado interno que es como quitarse el dolor de una ulcera sangrante sin eliminar el hábito que nos hace padecer la enfermedad.
Las antiguas prácticas de aparatos de inteligencia militar, muy a pesar del intento democratizador, continúan vigentes como en su época de manifestación más intensa y tenebrosa en la década de 1960 y 1970 cuando se justificó para reprimir al movimiento insurgente. Todo su más alto desarrollo tecnificado y sofisticado durante la década de 1980 se utiliza hoy en contra de la población civil, ha sido llevado a los sistemas de seguridad de empresas, en donde los responsables de la seguridad mantienen un enlace y apoyo con sus homólogos castrenses, compañeros de la “promo” en el argot militar que les allanan el camino hacia la impunidad.
El caso es que aun no estamos librados de una práctica de inteligencia involucrada en los peores hechos de violencia: desapariciones, asesinatos, secuestros y torturas. Había que ser la voz del presidente a la que se le puede creer que aun existen las intercepciones telefónicas y habrá que poner empeño desde la potestad del Estado para redescubrir que aun existe y ahora sofisticado por la tecnología informática un sistema de computadoras en el que se almacenan las fichas de las personas con sus fotografías y los datos que contienen información sobre el partido político, organización a la que pertenecen y cualquier asunto especifico al que deseen circunscribir su investigación.
Pero si lo dice la voz del Procurador de los Derechos Humanos, no se conjetura como que sea una mentira, es solamente la voz de un sensiblero con la marginalidad, o si la voz de un periodista, un pagado para desestabilizar o un mequetrefe que en cualquier momento la pagará, o si la voz de un político, es la de alguien capaz de inventarle males a su madre para mantener vigente su figura, si la voz de un activista es la voz de uno cuya mercancía son los males de Guatemala para conseguir donantes para su causa, y así podríamos hacer una larga lista de detracciones contra una realidad que se vuelve una pesadilla que redescubre miserias denigrantes que padecemos per secula seculorum.
Desde esta columna he denunciado el espionaje existente en la Compañía Guatemalteca de Níquel, instaurado con la venia o no de sus administradores por Mynor Padilla, contra las personas a quienes se las considera enemigas del proyecto minero Fénix. El caso de la CGN, es el típico de una compañía minera que utiliza en su sistema de seguridad estas prácticas de inteligencia militar con la incondicional colaboración de sus administradores. Sabrá Dios con que argucias o recursos se habrá desvanecido esta realidad para hacerla parecer como una calumnia contra la CGN. Casi se llega al colmo con que se les crea que están en otro planeta o en otra galaxia para insistir en que ellos no lo hacen, o es que rayan en el escandaloso cinismo o se atreven a creernos ingenuos si es que no tan del todo pendejos. ¿A quién de los administradores dentro de las prácticas de hostigamiento en contra de la formación del sindicato o contra la gente acusada de invasores, se le salió de la boca que tenían al jefe de la SAE como su incondicional apoyo? ¿Fue al imbécil de Andrew Grant? ¿Al desatornillado Len Babin? ¿Al penitenciado Padilla? Fue a uno de estos tres, pero lo seguro es que siempre han basado su fuerza contra la comunidad, los opositores, los empleados y sus enemigos imaginarios utilizando las tan despreciables prácticas de espionaje que se práctica tan devotamente como culto a una gran religión en nuestra convivencia social.
En cualquiera de las reuniones con los grupos comunitarios, en una negociación, cita, conversación con grupos o personas de las comunidades y hasta con autoridades civiles o religiosas han estado presentes las siniestras figuras de Mynor Padilla y Roberto Dala (ahora aparentemente ya no tan amigos) siempre en fingimiento de amables, desenfadados y hasta amenos en la tertulia con las personas, con su cara de buenos inocentes como quienes no hacen nada pero en afanosa consigna de llevarse todo grabado en sus singulares aparatos escondidos entre las bolsas de sus camisas o sus pantalones. Ha sido un tema discutido y cuestionado por gente decente dentro de la Compañía porque si la hay decente dentro de la CGN, aunque no sea creíble, en contraste con los inescrupulosos que niegan el acecho indiscriminado que se practica con un sentimiento de víctimas de una artera calumnia como quien intenta hacer pensar que el pobrecito Juan no sabe nada de hilos porque si es María la que cose.
Las mismas prácticas con las que han sido sorprendidos los más cercanos colaboradores del mandatario y como no hacerlo a placer y capricho en contra de simples ciudadanos comunes si se ha intentado contra el más alto representativo del poder.
Lo que se muestra susceptible de suceder aun en la más alta esfera de poder en el país, debe causar motivo de un interés investigativo por parte de todas las instituciones democráticas, debe entenderse como algo que sucede como síntoma de un mal corrosivo que persiste en nuestra configuración nacional. Hemos sido amañados al silencio, el hacer como que nada pasa y al creernos que nos baboseamos a la comunidad internacional con nuestras apariencias de honorables a los que debe creérseles todo.

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